EN CARNE Y BESO

La delgada línea que separa el amor del desamor es una brecha frágil y peligrosa. Una línea que puede quebrarse con la más mínima chispa de incertidumbre, la más insignificante de las dudas o la más pequeña de las traiciones. Es un equilibrio inestable, que requiere de un cuidado constante y delicado, como una flor vulnerable que necesita ser regada y nutrida para mantener su belleza y fragancia. Pero a pesar de su fragilidad, hay quienes son adictos al peligro, que disfrutan caminando al borde del abismo, tentando al destino y empujando los límites de sus emociones. Y aunque algunos puedan salir victoriosos de esta osadía, otros no tienen tanta suerte. Al final, lo que queda es la pregunta eterna: ¿vale la pena arriesgarse por el amor? ¿O es mejor mantenerse alejado, en la seguridad del desamor? La respuesta es incierta, pero lo que sí queda claro es que, sin importar la elección, siempre habrá una huella, una memoria, un recuerdo que nos mantendrá atados a esa línea delgada y frágil, ya sea con la felicidad del amor o el dolor del desamor.