Arthur Conan Doyle pretendió "asesinar" a su propia creación. De esa forma, hizo desaparecer a Sherlock Holmes en las cataratas de Reichenbach. El escritor debe haber sentido eso que llaman alivio...hasta que los seguidores del detective reclamaron airadamente y lo obligaron a "resucitarlo".
El primer sorprendido fue, sin duda, el doctor Watson. "Querido Watson -dijo la voz inolvidable-. Le pido mil perdones. No podía sospechar que le afectaría tanto". Yo le agarre¿ del brazo y exclame¿: "¡Holmes! ¿Es usted de verdad? ¿Es posible que este¿ vivo? ¿Cómo se las arregló para salir de aquel espantoso abismo?"
Gör som tusentals andra bokälskare
Prenumerera på vårt nyhetsbrev för att få fantastiska erbjudanden och inspiration för din nästa läsning.
Genom att registrera dig accepterar du vår personuppgiftspolicy.Du kan alltid välja att avsluta prenumerationen.