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Minnen

Här finner du memoarer och berättelser från andra människors liv, viktiga lärdomar och goda råd. Vårt urval av böcker om dessa minnen är en samling resor som vi människor tar genom livet. Det handlar om hur sådana resor påverkar oss och vad vi kan göra för att uppleva mer frihet. Böckerna är otroligt innehållsrika med helt olika kulturella bakgrunder, och de kan ge dig inblick i sällsynta resor som många måste ha tur för att få uppleva.
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  • av Tirso de Molina
    265,-

    LUCRECIA: "Silvio, a una blanca corderilla suya de celos de un pastor, tiró el cayado con ser la más hermosa del ganado. ¡Oh Amor! ¡Qué no podrá la fuerza tuya! Huyó quejosa, que es razón que huya habiéndola, sin culpa, castigado; lloró el pastor, buscando el monte y prado; que es justo que quien debe restituya. Hallóla una pastora en esta afrenta, y al fin la trajo al dueño, aunque tirano, de verle arrepentido, enternecida. Dióla sal el pastor, y ella contenta la toma de la misma ingrata mano, que un firme amor cualquier agravio olvida."No se pudo decir más; hasta aquí la pluma llega.

  • av Tirso de Molina
    265,-

    De dos peligros, Beatriz, por excusar el más grave, se ha de escoger el menor. ¿Qué importa que el rey me mate? Ya sé que a voz de pregones me busca, y por desleales condena a cuantos supieren de mí, sin manifestarme. El rey don Juan el segundo de Portugal y el Algarbe, que aunque airado contra mí, mil años el cielo guarde, dando a traidores orejas, que persiguiendo leales, quieren de bajos principios subir a cargos gigantes, ha cortado la cabeza a don Fernando Alencastre, primo suyo, y duque ilustre de Berganza y Guimaranes, por unas cartas fingidas, que su secretario infame contrahizo y entregó, en que da muestras de alzarse con la corona, escribiendo a los reyes que ignorantes de este insulto, las reliquias destierran del nombre alarbe. A Fernando e Isabel digo, que a Castilla añaden un nuevo mundo, blasón de sus hechos alejandres.

  • av Satish Batra
    459

    "Joole Ladakh" is a travelogue of Laddakh, the himalayan part of India written by renown Urdu writer Satish Batra.¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ "¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿" ¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿

  • av Jules Verne
    335

    ¿De Alice, señor. Mi demanda parece, sorprenderos. Dispensadme pues si no acierto a explicarme en qué puede pareceros extraordinaria. Como sabéis, me llamo Méré. Bien, actualmente, cuento veintiséis años y soy ingeniero de minas, salido con el número dos de la Escuela Politécnica. Mi familia es sumamente honrada, si bien carece de fortuna. El cónsul de Francia en el Cabo podrá confirmar cuanto os digo, si así lo deseáis, lo mismo que mi amigo Barthés, el valiente cazador que ya conocéis, como todos en Griqualandia. Estoy aquí con una misión científica por cuenta de la Academia de Ciencias y del Gobierno francés. En este último año he conseguido el premio Houdart, en el Instituto, por mis trabajos sobre la formación química de las rocas volcánicas de la Auvernia. Mi memoria acerca de la cuenca diamantífera del Vaal, que casi he concluido, no puede menos de ser bien acogida por el mundo ilustrado. Al dar término a mi misión, seré nombrado profesor adjunto de la Escuela de Minas de París, y he ordenado que alquilasen para mí un piso en la calle de la Universidad, 104, piso tercero. Mi sueldo se elevará a comienzos de enero próximo a cuatro mil ochocientos francos. No es una riqueza, bien yo lo sé; pero con el producto de otros trabajos personales, con visitas periciales, con premios académicos y colaboración en revistas científicas, este sueldo casi ha de doblarse. Agregaré que siendo mis gustos bastante modestos, no se necesita más para ser feliz. Caballero, os lo repito: tengo el honor de pediros la mano de vuestra hija.

  • av Leon Tolstoi
    265,-

    Estábamos de luto por mi madre, que había fallecido en otoño, y pasamos todo el invierno solas en la aldea, Katia, Sonia y yo. Katia era una antigua amiga de la casa, una institutriz que nos había criado a todos, y de la que yo me acordaba y a la que quería desde que tengo memoria. Sonia era mi hermana menor. Pasamos un invierno triste y lúgubre en nuestra vieja casa de Pokróvskoe. El tiempo era frío, ventoso, y los montones de nieve eran más altos aún que las ventanas; estas casi siempre estaban congeladas y empañadas, y el invierno transcurrió sin que apenas fuéramos a ningún lado. Rara vez llegaba alguien a visitarnos; y quien llegaba no aumentaba ni la alegría ni el contento en nuestra casa. Todos tenían una expresión triste, todos hablaban en voz baja, como si temieran despertar a alguien, no reían, suspiraban y con frecuencia lloraban al mirarme y, sobre todo, al mirar a la pequeña Sonia con su vestidito negro. Era como si en casa aún se percibiera la muerte; la tristeza y el horror de la muerte flotaban en el aire. La habitación de mamá permanecía cerrada, y aunque a mí me daba mucho miedo, había algo que me empujaba a asomarme a esa alcoba gélida y vacía cuando pasaba frente a ella antes de irme a acostar.

  • av Benito Perez Galdos
    335

  • av Lope de Vega
    265,-

    Salen Leonido y Tizón.TIZÓN Yo no sigo tu vïaje. LEONIDO La puerta me has de guardar; y la tengo de gozar por afrentar mi linaje. TIZÓN ¡Considera que es tu hermana! LEONIDO Acaba, llama, Tizón; porque esa misma razón hace su infamia más llana: Eso me da mayor brío para poderla gozar. ¿No gozó Amón a Thamar, siendo hermanos? TIZÓN Desvarío el tuyo es. ¿No sabes, pues, cuán bien lo, pagó? LEONIDO Es así. ¡Que lo pague Dios por mí, y pídamelo después! Dios ha de ser mi fiador, porque si en verdad me fundo, ni le ha habido, ni en el mundo no, le puede haber mejor; y si es la paga en dinero, ninguno más rico hallo. TIZÓN Sin freno está este caballo: él dará en despeñadero. LEONIDO ¿No llamas? TIZÓN No, que esperaba por ver si el divertimiento te mudaba el pensamiento.

  • av Francisco Ferrer y Guardia
    329,-

    Mi participación en las luchas de fines del pasado siglo sometieron a prueba mis convicciones.Revolucionario inspirado en el ideal de justicia, pensando que la libertad, la igualdad y la fraternidad eran el corolario lógico y positivo de la República, y, dominado por el prejuicio generalmente admitido, no viendo otro camino para la consecución de aquel ideal que la acción política, precursora de la transformación del régimen gubernamental, a la política republicana dediqué mis afanes.Mi relación con D. Manuel Ruiz Zorrilla, que podía considerarse como centro de acción revolucionaria, me puso en contacto con muchos revolucionarios españoles y con muchos y notables republicanos franceses, y su frecuentación me causó gran desengaño : en muchos ví egoísmos hipócritamente disimulados; en otros que reconocí como más sinceros sólo hallé ideales insuficientes, en ninguno reconocí el propósito de realizar una transformación radical que, descendiendo hasta lo profundo de las causas, fuera garantía de una perfecta regeneración social.

  • av Sotomayor & Maria de Zayas
    265,-

    Mi nombre es doña Isabel Fajardo, no Zelima, ni mora, como pensáis, sino cristiana, y hija de padres católicos, y de los más principales de la ciudad de Murcia; que estos hierros que veis en mi rostro no son sino sombras de los que ha puesto en mi calidad y fama la ingratitud de un hombre; y para que deis más crédito, veislos aquí quitados; así pudiera quitar los que han puesto en mi alma mis desventuras y poca cordura. Y diciendo esto, se los quitó y arrojó lejos de sí, quedando el claro cristal de su divino rostro sin mancha, sombra ni oscuridad, descubriendo aquel sol los esplendores de su hermosura sin nube. Y todos los que colgados de lo que intimaba su hermosa boca, casi sin sentido, que apenas osaban apartar la vista por no perderla, pareciéndoles que como ángel se les podía esconder. Y por fin, los galanes más enamorados, y las damas más envidiosas, y todos compitiendo en la imaginación sobre si estaba mejor con hierros o sin hierros, y casi se determinaban a sentir viéndola sin ellos, por parecerles más fácil la empresa; y más Lisis, que como la quería con tanta ternura, dejó caer por sus ojos unos desperdicios; mas, por no estorbarla, los recogió con sus hermosas manos. Con esto, la hermosa doña Isabel prosiguió su discurso, viendo que todos callaban, notando la suspensión de cada uno, y no de todos juntos.

  • av Tirso de Molina
    329,-

    SIXTO: Ya es, padre, hora de almorzar. Aquí hace buen sol. Sabina, saca un banco en que sentar nuestro padre. PERETO: ¡Peregrina virtud! ¡Piedad singular! Hijo, aunque viejo y cansado, no tanto que si arrimado a un palo los pies provoco, no pueda andar poco a poco. Soy ya viejo, estoy pesado; ya de mis carnes molestas la carga grave contemplo. Suelta, si ya no me aprestas de la cigüeña el ejemplo, que lleva a su padre a cuestas; no te canse, por tu vida, pues, la cosa más querida de mi vejez... SIXTO: Quien os lleva, padre, en el alma que aprueba esta obligación debida a quien el ser que me anima me dió, que sois, padre, vos, es razón que os lleve encima; que el padre, después de Dios, la joya es demás estima. Y si el padre es el segundo después de Dios en el mundo, no es bien que os parezca nuevo si en el hombro, padre, os llevo; que en buena razón me fundo, aunque os espanto y asombro; pues, según naturaleza, he de llevar cuando os nombro, padre, a Dios en la cabeza, y luego al padre en el hombro, que es el segundo lugar donde se puede asentar la piedad en que me fundo, pues sois, en fin, el segundo que he de obedecer y amar.

  • av Lope de Vega
    329,-

    ALBERTO: Casaráse la Duquesa, Leonido, como es razón, que pese o no pese a Otón.LEONIDO: Todos dicen que le pesa, y está a impedirlo dispuesto.ALBERTO: ¿De qué le puede pesar a un hombre particular desinteresado en esto?LEONIDO: El se debe de entender.ALBERTO: Pues entenderáse mal; porque si ha de ser su igual, el rey de Frisia ha de ser. Esto conviene a su Estado y a nosotros un señor de real sangre y valor, y tan gallardo soldado, que no ha de salir Otón con desatinos tan grandes, si Alemania, Francia y Flandes ayudan su pretensión.LEONIDO: No pienso yo que camina por darla a otro rey, pues creo que a diferente deseo los pensamientos inclina. Y es tan feo y desigual, que a decirle no me atrevo.ALBERTO: La ambición, Leonido, es cebo dulce, engañoso y mortal. ¿Qué quiere en Cleves Otón?LEONIDO: Ser duque.ALBERTO: Ni aun lo imagines.

  • av Benito Perez Galdos
    335

  • av Tirso de Molina
    265,-

    NISO: ¡Brava fiesta! CORBATO: Y la señora por quien se hizo, hermosa y mansa. MONTANO: Quien en servirla se cansa lo mucho que pierde ignora. ARDENIO: ¡Buen mayordomo! NISO: Y devoto. MONTANO: Pastor que el ganado deja por tan blanca y pura oveja, dichoso él. NISO: En fin, Maroto, vos habéis dejado el cargo con honra y fama. MAROTO: Y vendrá otro que me sacará de la puja rico y largo. NISO: ¡Qué buena estaba la igreja! MAROTO: Como pude la compuse; claveles en ella puse desde el altar a la reja. Verbena, espadaña y juncia por el suelo derramé; agua de trébol eché en las pilas. ARDENIO: Bien anuncia vuesa mucha devoción la que en el alma encubrís. NISO: Galán, Maroto, venís. MAROTO: Yo saco en la procesión todas las galas que tengo. El más pobre de Estercuel soy. CORBATO: Y el más devoto de él. MONTANO: Alegre en extremo vengo

  • av Leonardo Gutiérrez Berdejo
    265,-

    El cuento es un género impresionante. Su gramática ilumina algunos corredores de la memoria escrita, las tradiciones, la mitología de tantas culturas. ¿El cuento debió tener su origen en las primeras noches del mundo ¿escribe Julio César Londoño, erudito del génerö, cuando los animales erguidos se reunían en torno al fuego, bajo la bóveda constelada de soles helados, para dorar perniles y conversar¿. Las narraciones de Leonardo Gutiérrez son una incesante fabulación del mundo, una alegórica fantasía arraigada en las primeras historias del bosque, sus misterios, sus mapas llenos de laberintos salvajes, toda su planetaria economía vegetal y su arrulladora vida nocturna. Estos cuentos llevan una lámpara, un talismán, una brújula, y buscan un lugar donde descargar sus miedos. Están hechos de sorpresas, de premoniciones, y llevan el candoroso efluvio animal de la lechuza y su agorera presencia en la historia.

  • av Juan Ruiz de Alarcon
    265,-

    Don Iuan, yo os prometo a Dios, que me teneis enfadado, que despues que sois casado no se puede andar con vos. Si ver mugeres ordeno, ninguna tiene buen talle, si andar denoche en la calle, os haze mal el sereno. Si al rio quiero salir, la humedad es mal segura: si traço vna trauesura, mirais a lo por venir. Si colerico me veis, entra luego el predicar, y al fin, si riño, en lugar de ayudarme, me teneis. Pese a tal, don Iuan, con vos, hazed tal vez lo que quiero, o buscad vn compañero hermano de Iuan de Dios. I. Ello està muy bien reñido, mas poca razon teneis, pues, cuando soltero, veis que nadie mas loco ha sido. Que trauessura intentastes, en que yo quedasse atras? en que pendencia jamas a esse lado no me hallastes? Que calle no passeè? que noche fria dormi? que muger con vos no vi? o que espaldas no os guardè?

  • av Manuel Chaves Nogales
    265,-

    SER general de la República en los primeros meses de la guerra civil no es, ni mucho menos, una situación envidiable. Los generales más prestigiosos de España se han sublevado contra esta República antimilitarista que ha respondido a la rebelión lanzando a las masas proletarias al asalto de los cuarteles. El pueblo en armas ha fusilado a los militares que han caído en sus manos y luego se ha puesto a hacer la guerra improvisando el más incongruente ejército del mundo; un ejército en el que las virtudes militares son consideradas como delitos.Los generales, jefes y oficiales que han permanecido fieles a la República sucumben heroicamente en el vano intento de organizar para la guerra a unas masas revolucionarias que al sentirse impotentes se revuelven furiosas contra ellos al grito de: «¡Hemos sido traicionados; fusilemos a los jefes!». Los militares que no tienen temperamento de mártires desertan uno tras otro. El pueblo en armas no acata más jefes que los suyos y convierte en comandantes y generales a sus agitadores y a los directivos de sus sindicatos. Largo Caballero ha recorrido los frentes de la Sierra disfrazado de caudillo tropical, cubierto con un inverosímil sombrero de alas anchas y armado con un rifle. Las tropas rebeldes arrollan fácilmente a estas masas heroicas e insensatas.Pero los duros reveses del frente van alumbrando poco a poco un curioso y vergonzante redescubrimiento de las virtudes militares. Los anarquistas han lanzado una consigna paradójica: «¡Disciplinemos la indisciplina!» es su disparatado «slogan». El Partido Comunista es la única fuerza revolucionaria que no tiene que inventar la disciplina, pero contribuye a la catástrofe porque no consiente más disciplina que la suya propia. Con el mismo entusiasmo con que organiza el «Quinto Regimiento» que ha de ser el germen del futuro ejército del pueblo, el comunismo se aplica a destruir los cuadros subsistentes del viejo ejército nacional. Mientras tanto el Gobierno de la República y los militares que se obstinan en serle fieles flotan a la deriva en esta procela sangrienta de la revolución y la guerra civil.

  • av Juan Ruiz de Alarcon
    265,-

    ¡Ay! ¡Doy al diablo la caza; que él sin duda la inventó! ¡Ay! ¿Que pudiéndola yo cómodamente en la plaza de Zaragoza escoger, sin arriesgar por seguilla un cabello, una rodilla me venga al campo a romper? ¿Que tan a costa y despecho de su descanso, a la sierra se parta un hombre a dar guerra a un gazapo? ¿Qué me han hecho las liebres y los conejos? Como mujer es quien da en cazar, que a misa va siempre a la iglesia más lejos. Pues si la caza se estima por ser viva imitación de la guerra, esa razón la condena; que la esgrima a las pendencias imita, y se ve ordinariamente que en la blanca no es valiente quien más la negra ejercita; y quien más use en la sierra seguir el bruto cobarde, confío menos que aguarde a un enemigo en la guerra; que enseñarse a la conquista de quien no sabe aguardar, es enseñarse a extrañar enemigo que le embista.

  • av Lope de Vega
    265,-

    PEDRO GERMÁN ¡Dios sin principio y sin fin, cuyos soberanos pies pisa el mayor serafín! ¡Dios uno y Personas tres, que entender quiso Agustín, y en el ejemplo del mar, que el niño encerrar quería en tan pequeño lugar, vio que ninguno podía tan gran piélago aplacar! ¡Dios, de quien sólo creer es más justa reverencia que no intentaros ver, cuál impulso, qué violencia aquí me pudo traer! Señor, en mi celda estuve: ¿cómo me traéis aquí? Mas... ¿qué prometida nube de oro y sol se acerca así que sobre mis hombros sube? Como si en una linterna su cuerpo el sol se encerrara, le alumbra la luz interna y la superficie clara, bañada en su lumbre eterna; juntos caminan los dos al monte de vuestro cielo. ¿Qué es esto, divino Dios? O es que Vos bajáis al suelo o sube algún santo a Vos. (Suspéndese el monje, y con música sube por una canal una figura de papa, con capa y tiara.)

  • av Alexandre Dumas
    335

    Ami juicio, no se pueden crear personajes sino después de haber estudiado mucho a los hombres, como no se puede hablar una lengua sino a condición de haberla aprendido seriamente. Como no he llegado aún a la edad de inventar, me limito a relatar. Exhorto, pues, al lector a que se convenza de la realidad de esta historia, cuyos personajes, a excepción de la heroína, viven todos aún. Por otra parte, hay en París .testigos de la mayor parte de los hechos que aquí recojo, y que podrían confirmarlos, si mi testimonio no bastara. Por una circunstancia particular sólo yo podía escribirlos, porque sólo yo fui el confidente de los últimos detalles, sin los cuales hubiera sido imposible hacer un relato interesante y completo. Pues bien, veamos cómo llegaron a mi conocimiento esos detalles. El 12 de marzo de 1847 leí la calle Lafitte un gran cartel amarillo en que se anunciaba la subasta de unos muebles y otros curiosos obletos de valor. Dicha subas tenía lugar tras una defunción. El cartel no ponía el nombré de la persona muerta, pero la subasta iba a llevarse a cabo en la calle de Antin, número 9, el día 16, de doce a cinco de la tarde.

  • av Francisco de Quevedo
    265,-

    Pues hablar con el docto, para el que ignora, es acreditarse el que habla, no obligarle. Yo, señor, quiero que el libro y todo lo que en él es forzoso, se defienda en la caridad de los amigos. A D. Juan de Herrera di el tratado, a Vm. las cuestiones de él. Más eruditas fueran si de su nota las trasladara que escribiéndolas de la mía. Empero en la condición de mi obra no tiene lugar otra demostración de mi buena amistad. Escribiré lo que Vm. sabe mejor, como yo lo sé; por esto me contento con que se tolere mi discurso, sin pretender que se apruebe. Los Estoicos, cuya doctrina nos dio en arte fácil y provechosa Epicteto, se llamaron así de Pórtico donde se juntaban: léese en Atheneo, III, aquellas hablillas del vario Pórtico. Por esto en el propio Atheneo, libro XIII, los llama un poema cómico (burlando de ellos) Portaleros. «Oid (dice el cómico), los portaleros mercaderes de sueños, árbitros y censores de palabras.» De que se colige que entonces, como hoy, los mercaderes y hombres de negocios en la antigüedad se juntaban en los pórticos que llamamos lonjas. A esta afrenta del cómico, que por el pórtico llamó a los Estoicos mercaderes de mentiras, responde Tertuliano: Proscript. Adu. Haeretic. Porque cristiano se preciaba de Estoico, con estas palabras: «Nuestra institución es del Pórtico de Salomón»: autoridad que fortalece mi discurso en la opinión que tengo de su origen, de que hablaré en segundo lugar, porque los Peripatéticos y los Estoicos llamaron sus sectas del huerto y del lugar donde se juntaban, y no de los príncipes de aquellas doctrinas.

  • av Jose Marti
    329,-

  • av Pablo Alonso de Avecilla
    335

    Mal pudiéramos conducir a nuestros lectores a la perfecta inteligencia de los manuscritos y textos peruanos que nos han servido de guía en esta obra, si ligeramente no describiésemos en breves pinceladas el estado político del antiguo mundo en el siglo dieciséis, y no profundizásemos en algo la corte de los reyes católicos y su situación interior y exterior.España, este suelo alumbrado por el sol más hermoso de la Europa, ha sido en todos los siglos el campo de batalla en que se han resuelto con las armas los destinos del antiguo mundo. Después de verse vencida en los campos celtíberos, la belicosa república de Cartago, sucumbió también en sus arenas la altivez romana; y si el trono de los godos con el trascurso de los siglos adquirió en nuestro suelo nacionalidad y poderío la molicie de la corte de Witiza y de Rodrigo, abrió las puertas de España a los testados hijos de la Libia, y sufrió por ocho siglos el duro y ominoso yugo sarraceno, perdiendo su libertad, su independencia, y hasta sus creencias religiosas.

  • av Jules Verne
    265,-

    Llegué a Liverpool el 18 marzo de 1867. El Great Eastern debía zarpar a los pocos días para Nueva York, y acababa de tomar pasaje a su bordo. Viaje de aficionado, ni más ni menos. Me entusiasmaba la idea de atravesar el Atlántico sobre aquel gigantesco barco. Contaba con visitar el norte de América, pero esto era sólo accesorio. El Great Eastern ante todo; el país celebrado por Cooper, después. En efecto, el buque de vapor a que me refiero es una obra maestra de arquitectura naval. Es más que un barco, es una ciudad flotante, un pedazo de condado desprendido del suelo inglés y que, después, de haber atravesado el mar, debía soldarse al continente americano. Me figuraba aquella masa enorme arrastrada sobre las olas, su lucha con los vientos a quienes desafía, su audacia ante el importante mar, su indiferencia a las expresadas olas, su estabilidad en medio del elemento que sacude, como si fueran botes, los Wario y los Sollerino. Pero mi imaginación se quedó corta. Durante mi travesía, vi todas estas cosas y otras muchas que no son del dominio marítimo. Siendo el Great Eastern no sólo una máquina náutica, sino un microscopio, pues lleva un mundo consigo, nada tiene de extraño que en él se encuentren, como en otro teatro más vasto, todos los instintos, todas las pasiones, todo el ridículo de los hombres.

  • av Manuel Zeno Gandía
    265,-

  • av Nathaniel Hawthorne
    335

    En mitad de una callejuela de una ciudad de Nueva Inglaterra, se alza una casa de madera, mohosa y carcomida, con siete puntiagudos, tejados, de cara a los diversos puntos de la rosa de los vientos, y, en el centro, una enorme chimenea. Un olmo de gigantesco tronco, conocido por toda la chiquillería por el nombre del «olmo de los Pyncheon», se yergue frente a la puerta. En mis visitas a dicha ciudad, rara vez dejo de recorrer la calle Pyncheon, para pasar junto a la sombra de estos dos restos antiguos: el olmo gigantesco y el edificio vetusto y maltratado por las inclemencias del tiempo. El aspecto de la venerable mansión siempre me ha afectado como si fuera un rostro humano: ostenta huellas, no sólo de las tempestades, del clima y del sol, sino también, y muy expresivas, del transcurso de la vida mortal y de las consiguientes vicisitudes ocurridas en su interior. Un relato de tales vicisitudes no carecería de interés ni sería poco instructivo; poseería, además, cierta unidad notable, que hasta pudiera parecer resultado de un «arreglo» artístico. Pero semejante historia habría de incluir una serie de acontecimientos desarrollados a lo largo de los siglos; y escrita con razonable amplitud, formaría un infolio mayor, o una serie de volúmenes en dozavo, más largos de lo que sería prudente añadir a los anales de Nueva Inglaterra.

  • av Tirso de Molina
    329,-

    MELCHOR: Bello lugar es Madrid. ¡Qué agradable confusión! VENTURA: No lo era menos León. MELCHOR: ¿Cuándo? VENTURA: En los tiempos del Cid. Ya todo lo nuevo aplace a toda España se lleva tras sí. MELCHOR: Su buen gusto aprueba quien de ella se satisface. ¡Bizarras casas! VENTURA: Retozan los ojos del más galán; que en Madrid, sin ser Jordán, las mas viejas se remozan. Casa hay aquí, si se aliña y el dinero la trabuca, que anocheciendo caduca, sale a la mañana niña. Pícaro entra aquí mas roto que tostador de castañas, que fïado en las hazañas del dinero, su piloto, le muda la ropería donde hijo pródigo vino en un conde palatino, tan presto que es tropelía. Dama hay aquí, si reparas en gracias del solimán, a quien en un hora dan sus salserillas diez caras. Como se vive de prisa no te has de espantar si vieres metamorfosear mujeres, casas y ropas. MELCHOR: A misa vamos, y déjate de eso.

  • av Miguel de Cervantes Saavedra
    265,-

    REINALDOS: Sin duda que el ser pobre es causa desto; pues, ¡vive Dios!, que pueden estas manos echar a todas horas todo el resto con bárbaros, franceses y paganos. ¿A mí, Roldán, a mí se ha de hacer esto? Levántate a los cielos soberanos, el confalón que tienes de la Iglesia. O reniego, o descreo...MALGESÍ: ¡Oh, hermano!REINALDOS: ¡Oh, pesia...!MALGESÍ: Mira que suenan mal esas razones.REINALDOS: Nunca las pasa mi intención del techo.MALGESÍ: Pues, ¿por qué a pronunciallas te dispones?REINALDOS: ¡Rabio de enojo y muero de despecho!MALGESÍ: Pónesme en confusión.REINALDOS: Y tú me pones... ¡Déjame, que revienta de ira el pecho!MALGESÍ: ¡Por Dios!, que has de decirme en este instante con quién las has.REINALDOS: Con el señor de Aglante. Con aquese bastardo, malnacido, arrogante, hablador, antojadizo, más de soberbia que de honor vestido.MALGESÍ: ¿No me dirás, Reinaldos, qué te hizo?

  • av Esteban Echeverría
    265,-

    Era la tarde, y la hora en que el sol la cresta dora de los Andes. El Desierto inconmensurable, abierto, y misterioso a sus pies se extiende; triste el semblante, solitario y taciturno como el mar, cuando un instante al crepúsculo nocturno, pone rienda a su altivez.Gira en vano, reconcentra su inmensidad, y no encuentra la vista, en su vivo anhelo, do fijar su fugaz vuelo, como el pájaro en el mar. Doquier campos y heredades del ave y bruto guaridas, doquier cielo y soledades de Dios sólo conocidas, que Él sólo puede sondar. A veces, la tribu errante, sobre el potro rozagante, cuyas crines altaneras flotan al viento ligeras, lo cruza cual torbellino, y pasa; o su toldería sobre la grama frondosa asienta, esperando el día duerme, tranquila reposa, sigue veloz su camino.

  • av Honore de Balzac
    265,-

    Sabido es lo delgados que son los tabiques que separan los reservados en los más elegantes cafés de París. En Véry, por ejemplo, el salón de mayor tamaño lo divide en dos una mampara que se coloca y se retira a voluntad. No sucedió ahí la escena, sino en un sitio agradable que no me conviene nombrar. Éramos dos, y diré, en consecuencia, igual que el Prudhomme de Henri Monnier: «No querría comprometerla». Estábamos jugueteando con los manjares de una cena exquisita por más de un concepto, en un saloncito en donde hablábamos en voz baja, tras haber comprobado la poca consistencia del tabique. Habíamos llegado al asado sin que hubiera vecinos en el recinto contiguo, en donde sólo sonaba el chisporrotear del fuego. Dieron las ocho y oímos fuerte ruido de pisadas; se cruzaron frases, los mozos trajeron velas. Todo ello nos puso al tanto de que la sala estaba ocupada. Al reconocer las voces, supe con qué personajes nos las teníamos que haber.

  • av Lope de Vega
    265,-

    CÉFALO Señora, fálteme Dios si hallo cosa en esta ausencia que pueda hacer resistencia al mal de faltarme vos. Y es para el alma tan fuerte, que su consideración no tiene comparación con el rigor de la muerte. Crece la tristeza mía con tanta violencia, amor, que en el temor y el dolor mil veces muero en un día. Yo llevo, en fin, de los dos mayor soledad agora, que no estáis sola, señora, acompañada de vos; que para comparación de que en dolor me igualáis, pues que vos con vos estáis, mayores mis males son. Dad ventaja a mi memoria de las penas que sentís, porque donde vos vivís, ¿qué puede haber sino, gloria? Cesar la eterna armonía de las esferas del cielo, alma del sol, que en el suelo cuanto vive engendra y cría: Hacer eterna amistad los elementos, parece decir que haceros merece mi presencia soledad.

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