av Rafael Toni Badia
255,-
Si, como apuntó Ramón Xirau, hay un silencio que nace de las palabras, un silencio importante que mora en ellas para siempre, todo poema debería darnos algún indicio de esta naturaleza. Rafael Toni Badía, en Silencio diario, publicado por Nueva York Poetry Press, parece ocuparse de esto en su discurso. Cuando el sujeto tiene conciencia del silencio y de sus dimensiones, es capaz de reconocerlo como cualidad intrínseca de su realidad. De modo que la filosofía y la poesía, disciplinas basadas en el lenguaje, estarán encadenadas a este silencio, como Prometeo a la roca. Y trayendo al caso a Prometeo, las palabras, que son fuego, estarán inmersas en el misterio de la flama, mientras que su silencio será la sombra del humo en una pared. Lo que hay en esa sombra danzante, acaso, es lo que podríamos llamar poesía. "Mi pecho quiere hablar / mis dedos se alteran sorprendidos en silencio", comunica, de manera urgente, la voz lírica de este libro de poemas; una voz que, en el movimiento cotidiano, medita acerca de la vida, desde diferentes espacios que van de lo cerrado a lo abierto. Al rededor de temas como la migración, el amor, la amistad, la memoria, entre otros, este autor dominicano fabrica una especie de silenciador, con el que es posible trazar, en un verso, "los puentes que asocian la materia", ante la frecuente imposibilidad de decir. Después de todo, siguiendo a Osvaldo Bossi, la poesía es "Lenguaje íntimo. Lenguaje callado. Cuando aparece, el mundo hace silencio". FRANCISCO TREJOCiudad de México