av Luis Perozo Cervantes
285,-
El yo poético de Perozo Cervantes está instalado en su emergencia vital. Unida a quien está a su lado como una presencia insistente. Un yo que se revisa, se reclama y reclama, que es cuerpo y palabra. Significado devenido en angustia pero también en el reposo que podría albergar el deseo. Su voz confirma que nombra para ser nombrado y para ser deseado, amado o sacudido por la queja cotidiana. Desde su intimidad refleja el poema, lo advierte siempre sin ningún tipo de adorno que precipite descuido. Es un poeta de una mirada nerviosa, cardíaca, tensional. Y busca estar en el cuerpo del otro que lo asiente. El amor, esa vibración arbitraria, es el núcleo de su decir y porfía poética. Debo confesar que no soy muy dado a consumir poemas de amor. Creo en los poemas amorosos, que son todos: los que contienen sombras, luces, angustias, pasiones desbocadas, dolores, muerte, etc. En algún otro lugar he expresado que le temo a los poemas de amor.En estos de Luis Perozo Cervantes hay otro tipo de amor: el cuerpo aspira a ser amado o rechazado, olvidado, consustanciado con la lejanía o con el deseo. Algunos se me aproximan para expresar: "Debes estar en la boca / es tu lugar de nacimiento// toda la necesidad acumulada/ un puente, que comunica mi sed// es la boca lo posible/ en ella, transformas el clima de lo amado".Este texto pertenece a "Estrategias fatales", volumen cuyos poemas aparecen desde el número 50 al número uno. Poemas contados al revés para descontar el tiempo agregado a su sometimiento, a la "necesidad" de ser ese, el que ama, el que está en el amor y tiene cuerpo en la mujer que lo sostiene, que lo atiende y lo suma a su verbo diario.2.-He tomado en préstamos algunos poemas del primer libro para atar los cabos de este nervio poético del inquieto poeta zuliano. Y me llega a éste otro: "Esto que nos sobra, podríallamarse adióspara ponerle nombreno hay muchas opcionesEsto que nos quedaapenas un ensayo de corazón".Me concentro en los textos alejados de lo que podría llamar poemas de amor. Repito, me inclino por los poemas amorosos. Poemas de Silva Estrada, Montejo, Cadenas, Pantin, Nicanor Parra, Juarroz, Salvador Tenreiro, Néstor Mendoza, Jacqueline Goldberg, José Pulido, Antonio Colinas, Borges, Ida Vitale, Valera Mora, Harry Almela, Adalber Salas Hernández...poemas todos, todos los poemas son amorosos, desde los más crípticos o cerebrales hasta los más abiertos o edulcorados son poemas amorosos. Se puede escribir con mucha ira y en su radio verbal hay "un" amor, el de la escritura, vértebra de los autores mencionados, como en otros que también forman parte de mis gustos. Poemas o textos eróticos o abiertamente sexuales, como los de Anaïs Nin o Erica Jong; suicidas como los de Ann Sexton, Alfonsina Storni o Miyó Vestrini, son poemas amorosos. Un poema de amor basado en el deseo podría corromperse si el "discurso" es inapropiado. Por esa razón los de Sabines se han convertido en sanación y festividad. Que no los de Neruda, empalagosos. ¿Por qué alguien se suicida o deja de amar? Me atrevo a afirmar que ocurre por convicción amorosa. Se odia porque se ha amado o se ama. Pero eso es tema para otra oportunidad, para otro momento. La escritura es un pacto del poeta con la pasión. Es un pacto amoroso con el idioma, con la poesía.Mientras tanto, Luis Perozo canta: "Este miedo/ de no esperarte/ para que llegues/ Si te haces unánime, si te/ haces exánime/ si no te haces nada, / sólo miedo, / sólo sombra".Aquí la poesía deslumbra desde la soledad, desde la ausencia, la distancia entre un sujeto y otro. El juego entre "unánime" y "exánime" amplía las posibilidades del lector. Dos significados cuyos significantes ambulan por la imaginación de quien aborda estos versos. Alberto Hernández