av Jeremy J. Markle
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Jesucristo, al final de Su ministerio terrenal, reunió a sus discípulos y les dio Su mandato final para sus vidas y ministerios. Mateo 28:18-20 registra a Jesús diciendo: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." Jesús tenía un propósito y un plan específico para Sus discípulos en Su ausencia. Debían representarlo ante el mundo que los rodeaba enseñando a las naciones Su Evangelio de salvación, bautizando a los que creían como testimonio público de su fe y luego enseñando a los creyentes a observar o poner en práctica, Sus enseñanzas (Marcos 16:15-16).En tiempos bíblicos, el título discípulo se le daba a los alumnos de un maestro religioso. Se esperaba que tales estudiantes no simplemente aprendieran la información que les proporcionó su maestro, sino que también guardaran o aplicaran diligentemente sus enseñanzas a su vida diaria para que comenzaran a vivir como Él (Mateo 28:20). Es por eso que el apóstol Juan registró a Jesús diciendo "a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos" (Juan 8:31). Luego añadió "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:35). Finalmente, declaró "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos" (Juan 15:8). Jesús espera que todos aquellos que creen en Él se conviertan en Sus discípulos, aprendiendo y viviendo de acuerdo a Su Palabra mientras muestran Su amor y glorifican a Dios Padre, permitiéndoles producir fruto espiritual en sus vidas (Lucas 14:21-33).Una de las palabras principales usadas en el Nuevo Testamento y dentro del Cristianismo hoy en día para describir cómo un discípulo de Jesucristo debe guardar Sus mandamientos es la palabra andar. En este contexto, la palabra andar adquiere su significado figurativo de hacer elecciones consistentes, basadas en las propias creencias, que forman una dirección de vida para bien o para mal, formando un estilo de vida habitual.Es el propósito de este estudio bíblico abordar los cuarenta y siete usos de la palabra andar, por un enfoque especial en las palabras griegas peripatéo (περιπατέω) y poreúomai (πορεύομαι), encontradas en treinta y dos pasajes, para revelar diez verdades bíblicas específicas que deben aplicarse a las actividades diarias de cada creyente para que pueda ser verdaderamente uno de los discípulos de Jesucristo y representarle delante del mundo.