av Godofredo Daireaux
245,-
Relatos de Godofredo Daireaux PrlogoI. LOS DUENDES DE LA COLORADAEn la inmensa llanura entapizada de pajonales matosos, traicioneros encubridores de vidas acechadoras y de muertes ignotas; sin ms atenuacin a su ttrica soledad que unas cuantas miserables chozas de techo de paja perdidas entre los juncales, existi, por mucho tiempo, una estancia misteriosa. Ocupaba una pequea loma, larga y angosta, rodeada de caadones sin fin y oculta, casi siempre, entre brillazones engaosas. La llamaban "e;la Colorada"e; porque en el horizonte, relumbraba a menudo como siniestra llamarada de incendio o roja mancha de sangre: "e;Por ser el techo de teja"e;, decan algunos; pero, sin incendio ni sangre, no puede haber reflejo a sangre ni incendio. Establecimiento primitivo, aglomeracin de ranchos, ramadas y ombes, con corrales de palo a pique y montecito de sauces, sus haciendas -afirmaban los que decan haber cruzado su campo-, eran todas ariscas y bravas, cuidadas por unos gauchos temibles, de poncho y chirip, botas de potro y grandes espuelas, armados de cuchillos enormes, enemigos acrrimos del extranjero, refractarios a toda civilizacin. Sobre su dueo corran entre la gente mil historias. Para muchos era el mismo Mandinga en persona, y nadie ms; otros decan que all tena su morada un duende matrero, caudillo de antao, sanguinario y burln, quien -lo mismo que cuando estuviera en vida-, por puro capricho de loco omnipotente, humillaba a sus vctimas, antes de degollarlas. De "e;la Colorada"e; salan entre alaridos huestes devastadoras. Sus sangrientas fechoras, en forma de revoluciones polticas se sucedan casi sin interrupcin; del Sud pobre y rudo, se extendan al Norte frtil, llenndolo todo de crmenes y de sangre, atajando la inmigracin, anhelosa ya de traer al pas la fuerza de sus brazos, la ayuda de su labor, la luz y la riqueza. Todo era caos, noche, tempestad. Se disputaban la palma de la destruccin y del atraso el salvajismo poltico y el salvajismo del indio. La justicia pareca tener por misin castigar a la gente buena y recompensar a los criminales. Gobernar consista en dominar por el terror o por el hambre a los contrarios, a los que haban dado o vendido su voto al candidato vencido. De rojo subido se pona, en ciertas ocasiones, el espejismo de "e;la Colorada"e; y el pueblo atemorizado vea en ello el signo fatal de nuevas calamidades inmerecidas, obra de algunos desalmados cuya ambicin vena a impedir el desarrollo de la prosperidad nacional