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Böcker av Eugenio Cambaceres

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  • av Eugenio Cambaceres
    339,-

    En dos hileras, los animales hacían calle a una mesa llena de lana que varios hombres se ocupaban en atar.Los vellones, asentados sobre el plato de una enorme balanza que una correa de cuero crudo suspendía del maderamen del techo, eran arrojados después al fondo del galpón y allí estivados en altas pilas semejantes a la falda de una montaña en deshielo.Las ovejas, brutalmente maneadas de las patas, echadas de costado unas junto a otras, las caras vueltas hacia el lado del corral, entrecerraban los ojos con una expresión inconsciente de cansancio y de dolor, jadeaban sofocadas.Alrededor, a lo largo de las paredes, en grupos, hombres y mujeres trabajaban agachados.La vincha, sujetando la cerda negra y dura de los criollos, la alpargata, las bombachas, la boina, el chiripá, el pantalón, la bota de potro, al lado de la zaraza harapienta de las hembras, se veían confundidos en un conjunto mugriento.

  • av Eugenio Cambaceres
    339,-

    De cabeza grande, de facciones chatas, ganchuda la nariz, saliente el labio inferior, en la expresión aviesa de sus ojos chicos y sumidos, una capacidad de buitre se acusaba.Llevaba un traje raído de pana gris, un sombrero redondo de alas anchas, un aro de oro en la oreja, la doblesuela claveteada de sus zapatos marcaba el ritmo de su andar pesado y trabajoso sobre las piedras desiguales de la calle.De vez en cuando, lentamente, paseaba la mirada en torno suyo, daba un golpe -uno solo- al llamador de alguna puerta, y, encorvado bajo el peso de la carga que soportaban sus hombres: "tachero"... gritaba con voz gangosa: "¿componi calderi, tachi, siñora?".Un momento, alargando el cuello, hundía la vista en el zaguán. Continuaba luego su camino entre ruidos de latón y fierro viejo. Había en su paso una resignación de buey.Alguna mulata zarrapastrosa, desgreñada, solía asomar; lo chisteaba, regateaba, porfiaba, "alegaba", acababa por ajustarse con él.Poco a poco, en su lucha tenaz y paciente por vivir, llegó así hasta el extremo Sud de la ciudad, penetró en una casa de la calle San Juan entre Bolívar y Defensa.

  • av Eugenio Cambaceres
    339,-

    El «Orénoque», de la compañía «MESSAGERIES MARITIMES», acababa de fondear frente a Pauillac con cargamento general de mercaderías humanas procedentes del Río de la Plata y escalas del Brasil.Lotes de pueblo vasco, hacienda cerril atracada por montones, en tropa, al muelle de pasajeros de Buenos Aires, diez o quince años antes, con un atado de trapos de coco azul sobre los hombros y zapatos de herraduras en los pies.Lecheros, horneros y ovejeros trasformados con la vuelta de los tiempos y la ayuda paciente y resignada de una labor bestial, en caballeros capitalistas que se vuelven a su tierra pagándose pasajes de primera para ellos y sus crías, pero siempre tan groseros y tan bárbaros como Dios los echó al mundo.Surtido de portugueses y brasileros alzados en Río, Bahía y Pernambuco. Gentes blandujas y fofas como la lengua que hablan.Pasan su vida abordo descuajados sobre asientos de paja, comiendo y vomitando mangos y, aunque entre ellos suele haber uno que otro que medio pasa, en cambio, la casi totalidad enferma es vulgar, dejada y sucia.

  • av Eugenio Cambaceres
    255 - 405,-

  • av Eugenio Cambaceres
    479,-

  • av Eugenio Cambaceres
    399,-

  • av Eugenio Cambaceres
    285 - 389,-

  • av Eugenio Cambaceres
    285 - 409,-

  • - Whistlings of an Idler
    av Eugenio Cambaceres
    345,-

    Eugenio Cambaceres was the first to introduce the naturalist manner of Zola to Argentinean literature in the late 19th century. His work is crucial to understand the period of consolidation of Argentina, the formation of a national identity and the role of the intellectual in that transition.

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