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  • av Edith Wharton
    275,-

    Era el otoño, después de haber pasado el tifus. Había estado en el hospital, y cuando salí tenía un aspecto tan endeble y vacilante que las dos o tres damas a las que pedí trabajo no me aceptaron, por temor. Se me había agotado casi todo el dinero, y después de vivir de la pensión durante dos meses, frecuentando agencias de colocaciones y escribiendo a todos los anuncios que me parecían respetables, casi perdí las esperanzas, porque el andar de un lado para otro no me había permitido recuperar peso; así que no veía cómo podía cambiar mi suerte. Pero cambió¿, o así lo creí yo entonces. Un día me tropecé con una tal señora Railton, amiga de la señora que me había traído a Estados Unidos, y me paró para saludarme; era de esas personas que hablan siempre con mucha familiaridad. Me preguntó qué me pasaba que estaba tan pálida, y cuando se lo conté, dijo: ¿Vaya, Hartley; creo que tengo precisamente el puesto que necesitas. Ven mañana a verme y hablaremos de esto.

  • av Edith Wharton
    275,-

    El día 30 de julio de 1914, tras salir de Poitiers con dirección norte, almorzamos bajo los manzanos en un lugar próximo a la carretera, a los pies de una pradera. Ante nuestros ojos, a derecha e izquierda, se extendían nuevos terrenos agrestes que conducían hacia un bosque y hacia la torre del campanario de un pequeño pueblo. Todo a nuestro alrededor desplegaba la tranquilidad del mediodía, y nos mostraba esa sobria disciplina que con tanta facilidad la memoria del viajero está dispuesta a evocar como propia del paisaje francés. A veces, estos campos divididos por simples muros de piedra y esas aldeas grises y compactas pueden parecerle, incluso a alguien acostumbrado al lugar, espacios monótonos e insulsos; en cambio, en otros momentos, una imaginación sensible es capaz de captar en cada pedazo de tierra, e incluso en cada surco, la vigilante e incesante fidelidad que generaciones y generaciones vinculadas a la tierra han mantenido hacia ella. El propio pedazo de paisaje que se mostraba ante nosotros nos hablaba, línea a línea, de ese mismo vínculo. El aire parecía llegarnos cargado de los prolongados murmullos del esfuerzo humano, del ritmo de las labores que han de repetirse una y otra vez, y la serenidad de la escena parecía alejar de nosotros con una sonrisa los rumores de guerra que nos venían persiguiendo desde el inicio de la jornada.

  • av Edith Wharton
    275,-

    The Long Run 1916, has been considered important throughout human history. In an effort to ensure that this work is never lost, we have taken steps to secure its preservation by republishing this book in a modern format for both current and future generations. This complete book has been retyped, redesigned, and reformatted. Since these books are not scans of the authors' original publications, the text is readable and clear.

  • av Edith Wharton
    169,-

    Ethan Frome is a 1911 book by American author Edith Wharton. It is set in the fictitious town of Starkfield, Massachusetts. The novel was adapted into a film, Ethan Frome, in 1993. Society and Morality as Obstacles to the Fulfillment of Desire. The constraint social and moral concerns place on individual desire is perhaps the novel's most prominent theme, since Ethan Frome's plot is concerned with Ethan's desire for a woman who is not his wife. Ethan Frome takes place against a backdrop of the cold, gray, bleakness of a New England winter. Ethan Frome is an isolated farmer trying to scrape out a meager living while also tending to his frigid, demanding and ungrateful wife, Zeena.

  • av Edith Wharton
    399,-

    Mientras el gran buque de pasaje flotaba entre un enjambre de remolcadores en la bahía de Argel, Martin Boyne contemplaba desde la cubierta de paseo el pelotón de pasajeros de primera clase que abarrotaban la pasarela, mirando arriba, ofreciendo inconscientemente el rostro a su observación.«¡Ni un alma con quien me apetezca hablar¿ como siempre!»Ciertos hombres tenían una suerte increíble en sus viajes. Les bastaba con subir a un tren o a un barco para encontrarse con un antiguo amigo o trabar amistad con alguien, lo cual era mucho más emocionante. Siempre coincidían en el mismo compartimento o en el mismo camarote con alguna celebridad errante, con el propietario de una casa famosa, de una colección notoria o de una personalidad divertida y peculiar, siendo este último, claro está, el caso más infrecuente, por ser el más reconfortante.

  • av Edith Wharton
    399,-

    Era una tarde de enero de comienzos de los años setenta. Christine Nilsson cantaba Fausto en el teatro de la Academia de Música de Nueva York. Aunque ya había rumores acerca de la construcción ¿a distancias metropolitanas bastante remotas, "más allá de la calle Cuarenta"¿ de un nuevo Teatro de la Opera que competiría en suntuosidad y esplendor con los de las grandes capitales europeas, al público elegante aún le bastaba con llenar todos los inviernos los raídos palcos color rojo y dorado de la vieja y acogedora Academia. Los más tradicionales le tenían cariño precisamente por ser pequeña e incómoda, lo que alejaba a los "nuevos ricos" a quienes Nueva York empezaba a temer, aunque, al mismo tiempo, le simpatizaban. Por su parte, los sentimentales se aferraban a la Academia por sus reminiscencias históricas, y a su vez los melómanos la adoraban por su excelente acústica, una cualidad tan problemática en salas construidas para escuchar música. Madame Nilsson debutaba allí ese invierno, y lo que la prensa acostumbraba a llamar "un público excepcionalmente conocedor" había acudido a escucharla, atravesando las calles resbaladizas y llenas de nieve en berlinas particulares, espaciosos landós familiares, o en el humilde pero práctico coupé Brown. Ir a la ópera en este último vehículo era casi tan decoroso como hacerlo en carruaje propio; y retirarse de igual manera tenía la inmensa ventaja de permitir (con una alusión jocosa a los principios democráticos) trepar en el primer transporte Brown de la fila, en vez de esperar hasta que apareciera la nariz congelada por el frío y congestionada por el alcohol del cochero particular reluciendo bajo el pórtico del Teatro. Una de las mejores intuiciones del cochero de alquiler fue descubrir que los norteamericanos desean alejarse de sus diversiones aún con mayor prontitud que llegar a ellas

  • av Edith Wharton
    399,-

    Selden se detuvo, sorprendido. En la aglomeración vespertina de la Estación Grand Central, sus ojos acababan de recrearse con la visión de la señorita Lily Bart. Era un lunes de principios de septiembre y volvía a su trabajo después de una apresurada visita al campo, pero ¿qué hacía la señorita Bart en la ciudad en aquella estación? Si la hubiera visto subir a un tren, podría haber deducido que se trasladaba de una a otra de las mansiones campestres que se disputaban su presencia al término de la temporada de Newport; pero su actitud vacilante le dejó perplejo. Estaba apartada de la multitud, mirándola pasar en dirección al andén o a la calle, y su aire de indecisión podía ocultar un propósito muy definido. El primer pensamiento de Selden fue que esperaba a alguien, y le extrañó que la idea le sorprendiera. No había novedades en torno a ella y, sin embargo, nunca podía verla sin sentir cierto interés: suscitarlo era una característica de Lily Bart, así como el hecho de que sus actos más sencillos parecieran el resultado de complicadas intenciones. La curiosidad impulsó a Selden a desviarse de su camino hacia la puerta para acercarse a ella. Sabía que, si no quería ser vista, se las compondría para eludirle a él y le divertía poner a prueba su ingenio.

  • av Edith Wharton
    459,-

    La señora Spragg y su acompañante estaban entronizadas en grandes sillones dorados, en uno de los salones privados del Hotel Stentorian. A las habitaciones que ocupaban los Spragg se las conocía como una de las suites Looey, y las paredes del salón estaban parcialmente forradas de reluciente caoba, tapizadas con seda de damasco de color rosa salmón y decoradas con retratos ovales de María Antonieta y la princesa de Lamballe. En el centro de la alfombra de flores había una mesa dorada con la superficie de ónice mexicano, que sostenía una palmera en un cesto igualmente dorado y adornado con un lazo rosa. A excepción de la palmera y un ejemplar de El perro de los Baskerville, la habitación no mostraba otros indicios de ocupación humana, y la actitud de la propia señora Spragg era de absoluta indiferencia, como una figura de cera en una vitrina. Su elegante indumentaria justificaba esta pose, al tiempo que su rostro, de mejillas pálidas y suaves, con los párpados hinchados y la boca caída, recordaba al de una figura de cera semiderretida, a resultas de lo cual le hubiera salido aquella papada.

  • av Edith Wharton
    175,-

    Susy Branch and Nick Lansing are typical Wharton heroes: popular, attractive, and much poorer than their "international set" friends. Like Lily Bart in The House of Mirth, the two depend on the largesse of more privileged acquaintances to get by. Recognizing in each other a desire for the finer things in life, they decide to get married and, knowing that their friends will happily provide fabulous accommodations, live rent-free on an extended honeymoon until either one of them finds a better match--at which point they will amicably divorce and sail off into their separate, wealthier sunsets. But a romantic tour of Europe can confuse even the most mercenary hearts. And when a friend asks for a favor in exchange for the use of her palazzo, Susy and Nick realize that everything in this sophisticated world comes at a price: one that their hearts and consciences may no longer allow them to pay. . .

  • av Edith Wharton
    305,-

    The Reef is a romantic novel by American writer Edith Wharton. The story begins in a location in Paris and rural France, although most of the characters are Americans. American diplomat George Darrow still keeps in contact with his former lover Anna Leath, who was previously married. Darrow wants to resume their relationship, but he worries about her commitment. Sophy Viner is a woman who is an ambitious aspiring actress, Darrow met her but never got to know her thoroughly. Later in the story, Darrow makes an effort to convince Sophy not to marry Owen, who is Anna's stepson. Darrow admits to Anna that he knew Sophy, she quizzes him out of concern for Owen. Sophy breaks off her engagement with Owen due to Darrow's influence. Read The Reef to know what happens next, will they get to marry each other?

  • av Edith Wharton
    285,-

    Alice Hartley, se remet péniblement d¿une typhoïde qui la laisse exsangue. Sa mine maladive et sa silhouette diaphane la desservent et inquiètent : personne ne veut d¿elle à son service. Quand la chance tourne : elle décroche au bout du compte une place de femme de chambre et de dame de compagnie à Brympton Place sur les bords de l¿Hudson. Madame est elle aussi chétive qüelle, et incarne la gentillesse même. Monsieur, lui, est presque toujours absent et la domesticité a rapidement appris à redouter ses retours inopinés...Une nouvelle gothique dans la grande tradition.

  • av Edith Wharton
    185,-

    American writer Edith Wharton published the novel, Ethan Frome in 1911. It takes place in the made-up Massachusetts town of Starkfield. The book was turned into a movie, Ethan Frome (1993). The book is a framed story. An unknown male narrator who is visiting the area for business spends winter in Starkfield in the frame story. Around the village, he notices a limping, silent man who nevertheless appeals to him with his bearing and behavior. This is Ethan Frome, a stalwart of the neighborhood who has lived here his entire life. As "the most stunning figure in Starkfield," "the ruin of a man," and with a "careless forceful gaze, in spite of a lameness checking each movement like the yank of a chain," Frome is characterized by the narrator. The narrator seeks to discover more about him out of curiosity. He learns that Frome's limp resulted from an injury sustained in a "smash-up" twenty-four years earlier, but further information is withheld. The narrator also learns little else from Frome's neighbors, aside from the fact that Ethan's attempt at higher education decades earlier was derailed by his father's sudden illness following an injury, which forced him to return to the farm to help his parents and never leave again.

  • av Edith Wharton
    279,-

    The Marne: A Tale of the War, has been regarded as significant work throughout human history, and in order to ensure that this work is never lost, we have taken steps to ensure its preservation by republishing this book in a contemporary format for both current and future generations. This entire book has been retyped, redesigned, and reformatted. Since these books are not made from scanned copies, the text is readable and clear.

  • av Edith Wharton
    259,-

    With her routine in the quiet village of North Dormer, Charity Royall is becoming bored. Lucius Harney, a visiting architect, makes an unwanted approach to her. Mr. Royall decides not to marry Charity and kicks Lucius out of his home. After leaving the city, Lucius moves to a nearby village. A Nettleton abandoned home is where Charity and Lucius, two lovers, first meet. Charity experiences panic after spotting Lucius at a social gathering with Annabel Balch, a member of the local society. Charity suffers verbal abuse from Mr. Royall, which makes her feel extremely ashamed and drives her to fall into Lucius' arms. Despite committing to marry Charity, Lucius takes a leave of absence to relocate.Charity notices the poverty that has affected the locals as she and her family are vacationing at the Mountain. She promises that she will take all necessary steps to prevent her child from growing up in poverty. She goes back home intending to support her kid by becoming a prostitute. She runs across Mr. Royall again along the road, and they decide to get married.

  • av Edith Wharton
    124,99

    Pulitzer Prize-winning author Edith Wharton delivers a stunning, poignant tale that skillfully explores the psychological and cultural influences on human behavior during the early years of World War I. The profoundly moving story follows the shattered lives of distraught parents left behind as their son enlists to fulfill his military duty. Expatriate American painter John Campton battles to keep his only son, George, away from the front while considering the moral implications of his actions. Inspired by her volunteer work in France during World War I, Edith Wharton's remarkable war novel, originally published in 1922, presents an evocative portrait of sorrow and grief and remains a powerful exploration of parental and filial love and tragedy.

  • av Edith Wharton
    289,-

    Edith Wharton's superb satirical novel of the Jazz Age, a critically praised best-seller when it was first published. Sex, drugs, work, money, infatuation with the occult and spiritual healing-these are the remarkably modern themes that animate Twilight Sleep. The extended family of Mrs. Manford is determined to escape the pain, boredom and emptiness of life through whatever form of 'twilight sleep' they can devise or procure. And though the characters and their actions may seem more in keeping with today's society, this is still a classic Wharton tale of the upper crust and its undoing-wittily, masterfully told.

  • av Edith Wharton
    329,-

    The Age of Innocence, which was set in the time of Wharton's childhood, was a softer and gentler work than The House of Mirth, which Wharton had published in 1905. In her autobiography, Wharton wrote of The Age of Innocence that it had allowed her to find "a momentary escape in going back to my childish memories of a long-vanished America... it was growing more and more evident that the world I had grown up in and been formed by had been destroyed in 1914." Scholars and readers alike agree that The Age of Innocence is fundamentally a story which struggles to reconcile the old with the new. The title is an ironic comment on the polished outward manners of New York society when compared to its inward machinations. It is believed to have been drawn from the popular painting A Little Girl by Sir Joshua Reynolds that later became known as The Age of Innocence and was widely reproduced as the commercial face of childhood in the later half of the 18th century.

  • av Edith Wharton
    119,-

    When Lady Jane Lynke unexpectedly inherits Bells, a beautiful country estate, she declares she'll never leave the peaceful grounds and sets about making the house her home. But she hasn't reckoned on the obstinate Mr Jones, the caretaker she's told dislikes her changes, yet never seems able to be found.

  • av Edith Wharton
    439 - 699,-

  • av Edith Wharton
    259 - 555,-

  • av Edith Wharton
    655 - 945,-

  • av Edith Wharton
    355 - 655,-

  • av Edith Wharton
    799 - 1 085,-

  • av Edith Wharton
    245 - 409,-

  • av Edith Wharton
    259 - 409,-

  • av Edith Wharton
    345 - 475,-

  • av Edith Wharton
    285,-

  • av Edith Wharton
    269 - 445,-

  • av Edith Wharton
    275 - 445,-

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