av Alfredo Pérez Alencart
409,-
Alfredo Pérez Alencart, único en su luz, en su grandeza, en su diálogo con la Poesía. Gonzalo Rojas La voz de Alfredo Pérez Alencart, poeta de nuestro tiempo, se levanta en toda circunstancia: una voz fuerte que dice tanto lo épico como lo lírico. Esta voz que es la de la poesía nacida del hombre Pérez Alencart se dirige hacia nosotros: recuerda el destino de todo individuo, contribuye a alabar la tierra, sea la tierra nativa del Perú, la tierra elegida de España o Portugal, tierra amada, cuna de lejanos antepasados del poeta y objeto de Márgenes del mundo. Además, la voz de Alfredo Pérez Alencart nos llega como un testimonio de lo sagrado y aun tiende a sacralizar lo profano. Su diversidad, su resonancia humana, caracterizan esta poesía cuyos recursos aparecen sin cesar con sorpresas infinitas. No olvidemos esta voz: escuchémosla, resonará durante mucho tiempo en nosotros mismos. Max Alhau Hay veces en que Alfredo Pérez Alencart pronuncia la palabra Amazonía. Así, con ese acento que de pronto nos recuerda que él viene de allí. Lo hace audible. Digo Amazonía para decir América. La gran aportación de Alfredo Pérez Alencart a nuestras letras es que él comunica con su poesía su conquista mayor: que todo sea uno. Su vida americana y su vida española, su mundo amazónico y su mundo europeo, sus versos torrenciales y su precisión ética. Alfredo Pérez Alencart es, por encima de todo, un poeta único que ya ha publicado unos cuantos libros definitivos y emocionantes. Ha dicho lo que nadie sino él podría decir. Su lenguaje contiene realidad, literatura, dos mundos que son solo uno, familia, amigos, trascendencia que no hiere, sino que cura. En su poesía es donde da su fruto todo, en la ternura general con que despliega sus líneas dentro de cada poema. Lleva bien la sobredosis de amor que corresponde a un poeta. La comparte sencillamente, sin alboroto. La pone en la existencia de los demásI Juan Antonio González Iglesias