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Minnen

Här finner du memoarer och berättelser från andra människors liv, viktiga lärdomar och goda råd. Vårt urval av böcker om dessa minnen är en samling resor som vi människor tar genom livet. Det handlar om hur sådana resor påverkar oss och vad vi kan göra för att uppleva mer frihet. Böckerna är otroligt innehållsrika med helt olika kulturella bakgrunder, och de kan ge dig inblick i sällsynta resor som många måste ha tur för att få uppleva.
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  • av Leopoldo Alas Clarin
    265,-

    Laguna es una ciudad alegre, blanca toda y metida en un cuadro de verdura. Rodéanla anchos prados pantanosos; por Oriente le besa las antiguas murallas un río que describe delante del pueblo una ese, como quien hace una pirueta, y que después, en seguida, se para en un remanso, yo creo que para pintar en un reflejo la ciudad hermosa, de quien está enamorado. Bordan el horizonte bosques seculares de encinas y castaños por un lado, y por otro, crestas de altísimas montañas, muy lejanas y cubiertas de nieve. El paisaje que se contempla desde la torre de la colegiata no tiene más defecto que el de parecer amanerado y casi, casi, de abanico. El pueblo, por dentro, es también risueño, y como está tan blanco, parece limpio.De las veinte mil almas que, sin distinguir de clases, atribuye la estadística oficial a Laguna, bien se puede decir que diecinueve mil son alegres, como unas sonajas. No se ha visto en España pueblo más bullanguero ni donde se muera más gente.

  • av Moliere
    265,-

    ARMANDA.-¡Dios mío, de qué poca calidad es vuestro espíritu! ¡Qué personaje más vulgar representáis en el mundo, limitándoos a las exigencias de un hogar, y sin vislumbrar otros placeres más conmovedores que los que se desprenden de idolatrar a un marido y a unas criaturas! Dejad para la gente común y corriente, para las personas vulgares, las toscas diversiones de esa clase de compromisos. Llevad vuestros propósitos a más altos horizontes, pensad en disfrutar placeres más nobles, y tratando con distancia a los sentidos y a la materia, entregaos por completo al espíritu como yo. A la vista tenéis el ejemplo de nuestra madre, a quien en todos sitios honran con el nombre de sabia; procurad, como en mi caso, mostraros digna hija suya; aspirad al esplendor que tenemos en la familia y haceos sensible a las dulzuras seductoras que el amor al estudio difunde en los corazones. Lejos de sujetaros como una esclava a los dictados de un hombre, desposaos con la filosofía, querida hermana, que nos eleva por encima de todo el género humano, concediendo a la razón el imperio, supremo, sometiendo a sus leyes esa parte animal llena de groseros apetitos que nos rebaja al nivel de las bestias. Considerad los bellos fuegos, los dulces afectos que deben llenar todos los momentos de la vida, y comprenderéis que los afanes a que se limitan tantas mujeres sensibles tienen algo de horrible bajeza.

  • av Henry James
    265,-

    Mi niña querida, el bromuro de sodio (si es así como lo llaman) resultó ser perfectamente inútil. No quiero decir que no me hiciera bien, pero nunca tuve ocasión de sacar la botella de la valija. Me habría hecho maravillas si lo hubiera necesitado; pero simplemente no las hizo porque yo he sido una maravilla. ¿Creerás que he hecho todo el viaje en cubierta, en la más animada conversación y haciendo ejercicio? Doce vueltas a la cubierta suman una milla, creo; y según este cálculo, he estado caminando veinte millas diarias. Y he bajado para todas las comidas, imagínate, en las que desplegué el apetito de una piraña. Por supuesto, el clima ha estado lindísimo, de modo que no tengo gran mérito. El viejo, perverso Atlántico estuvo tan azul como el zafiro de mi único anillo (que es bastante bueno), y tan terso como el piso resbaloso del comedor de madame Galopín. Durante las tres últimas horas hemos tenido tierra a la vista y pronto entraremos en la bahía de Nueva York, dicen que es de una exquisita belleza.

  • av William Shakespeare
    265,-

    TESEO.¿No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de nuestras nupcias, y dentro de cuatro felices días principiará la luna nueva; pero ¡ah!, ¡con cuánta lentitud se desvanece la anterior! Provoca mi impaciencia como una suegra o una tía que no acaba de morirse nunca y va consumiendo las rentas del heredero. HIPÓLITA.¿Pronto declinarán cuatro días en cuatro noches, y cuatro noches harán pasar rápidamente en sueños el tiempo; y entonces la luna, que parece en el cielo un arco encorvado, verá la noche de nuestras solemnidades. TESEO.¿Ve, Filóstrato, a poner en movimiento la juventud ateniense y prepararla para las diversiones: despierta el espíritu vivaz y oportuno de la alegría y quede la tristeza relegada a los funerales. Esa pálida compañera no conviene a nuestras fiestas.(Sale FILÓSTRATO.)Hipólita, gané tu corazón con mi espada, causándote sufrimientos; pero me desposaré contigo de otra manera: en la pompa, el triunfo y los placeres.

  • av Sigmund Freud
    265,-

    En la teoría psicoanalítica adoptamos sin reservas el supuesto de que el decurso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio de placer. Vale decir: creemos que en todos los casos lo pone en marcha una tensión displacentera, y después adopta tal orientación que su resultado final coincide con una disminución de aquella, esto es, con una evitación de displacer o una producción de placer. Cuando consideramos con referencia a ese decurso los procesos anímicos por nosotros estudiados, introducimos en nuestro trabajo el punto de vista económico. A nuestro juicio, una exposición que además de los aspectos tópico y dinámico intente apreciar este otro aspecto, el económico, es la más completa que podamos concebir por el momento y merece distinguirse con el nombre de «exposición metapsicológica»

  • av Wolfgang Pade
    285,-

    In diesem Buch wird über die Kreuzfahrt auf einem Luxusschiff durch die Karibik, so wie in Mittelamerika, berichtet.Für diese Reise fahren wir von Illingen / Württemberg mit dem Auto nach Frankfurt und parken dort auf einem gesicherten Parkplatz. Der Betreiber bietet sogar einen inkludierten Bring- und Holdienst zum Flughafen nach Frankfurt an. So kommen wir relativ entspannt zum Airport und können mit unseren Freunden Sofia und Artur den Flug nach La Romana in die Dominikanische Republik antreten.Nach der Landung in La Romana bringt uns der gebuchte Bus in den Hafen, zu unserem Kreuzfahrtschiff der Reederei Aida. Nach dem zügigen Einschiffen sind wir sofort auf dem schönen und imposant erscheinenden Luxusschiff namens Luna. Von hier aus startet unsere zweiwöchige Kreuzfahrt durch die wunderschöne Karibik und dem interessanten Mittelamerika.Es erwarten uns viele fantastische Inseln in der Karibik, die mitten im herrlich schönen blauen- bis türkisfarbenem Meer liegen und uns eine traumhafte Inselwelt zeigen. Die nicht nur aus endlos langen paradiesischen Sandstränden, mit sehr feinem weißen Sand bestehen, sondern auch kulturell, so wie kulinarisch etwas zu bieten haben. Das Festland von Mittelamerika, wie Costa Rica, Panama und Kolumbien hat seinen ganz eigenen Charme und zeigt sich uns von seiner schönsten Seite. Der Reisebericht enthält 12 Farbseiten mit Fotos dieser Kreuzfahrt.

  • av Maurice Paléologue
    329,-

    " Voici longtemps déjà que voyageurs et artistes déplorent, par tous pays, la disparition de la couleur locale, et l¿altération profonde que le développement des relations commerciales et l¿invasion des produits de l¿industrie moderne ont fait subir aux anciennes m¿urs, aux costumes, à l¿aspect des campagnes, à la physionomie intime des villes, à tout ce qui donnait autrefois aux voyages leur charme pittoresque. S¿il ne s¿agissait que de l¿Europe, si vieille, si activement fouillée en tous ses recoins, les esprits curieux de couleur locale en feraient aisément leur deuil :mais, dans tout le reste du monde comme à nos portes, la vie moderne a tout envahi, tout recouvert d¿un enduit uniforme sous lequel apparaissent, par places, les teintes anciennes à demi effacées. Il semble désormais impossible de rencontrer un pays où la civilisation européenne n¿ait déjà plus ou moins marqué son empreinte, où il soit permis de goûter sans mélange l¿illusion d¿être transporté loin de notre monde moderne où l¿on puisse retrouver intacts les traits caractéristiques d¿un peuple ou d¿une société, et vivre en plein XIXe siècle de la vie que menaient des générations mortes depuis longtemps."

  • av Benito Perez Galdos
    405 - 445

  • av Hannu Vähäkoski
    389,-

    ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿, ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ 2022 ¿¿¿¿. ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿, ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿. ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿, ¿¿¿, ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿, ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿, ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿, ¿ ¿¿¿, ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿.

  • av Walter Scott
    445

    En aquel hermoso cantón de la dichosa Inglaterra bañado por las cristalinas aguas del río Don se extendía antiguamente una inmensa floresta que ocultaba la mayor parte de los valles y montañas que se encuentran entre Sheffield y la encantadora ciudad de Doncaster. Aún existen considerables restos de aquel bosque en las magníficas posesiones de Wentwort, Warncliffe-Park y en las cercanías de Rotherdham. Este fue, según la tradición, el Teatro de los estragos ejecutados por el fabuloso dragón de Wantley; allí se dieron algunas batallas libradas en las guerras civiles, cuando peleó la rosa encarnada contra la rosa blanca, y allí también campearon las partidas de valientes proscriptos, tan celebrados por sus hazañas en las populares canciones de Inglaterra.

  • av Emile Zola
    385,-

    Al entrar en su cuarto, Roubaud puso sobre la mesa el pan de a libra, el pâté y la botella de vino blanco. En la mañana, la señora Victoria había echado tanto cisco sobre el fuego de la estufa, que el calor se había convertido ya en sofocante. El segundo jefe de estación abrió una ventana y apoyó en ella sus codos. Esto sucedía en el callejón de Ámsterdam, en la última casa de la derecha, alto inmueble en el que la Compañía del Oeste hospedaba a algunos de sus empleados. Aquella ventana del quinto piso, situada en un ángulo del abuhardillado techo, daba a la estación, ancha trinchera que, cortando el barrio de Europa, ofrecía a la vista un brusco despliegue de horizonte. Y este espacio parecía aún más vasto aquella tarde, tarde de un cielo gris de mediados de febrero, de un gris húmedo y tibio que el sol atravesaba.

  • av Mercedes Cabello de la Carbonera
    385,-

    Siempre he creído que la novela social es de tanta o mayor importancia que la novela pasional.Estudiar y manifestar las imperfecciones, los defectos y vicios que en sociedad son admitidos, sancionados, y con frecuencia objeto de admiración y de estima, será sin duda mucho más benéfico que estudiar las pasiones y sus consecuencias.En el curso de ciertas pasiones, hay algo tan fatal, tan inconsciente e irresponsable, como en el curso de una enfermedad, en la cual, conocimientos y experiencias no son parte a salvar al que, más que dueño de sus impresiones, es casi siempre, víctima de ellas. No sucede así en el desarrollo de ciertos vicios sociales, como el lujo, la adulación, la vanidad, que son susceptibles de refrenarse, de moralizarse, y quizá también de extirparse, y a este fin dirige sus esfuerzos la novela social.Y la corrección será tanto más fácil, cuanto que estos defectos no están inveterados en nuestras costumbres, ni inoculados en la trasmisión hereditaria.

  • av Juan Antonio Argerich
    385,-

    Ideas muy altas han presidido la composición de INOCENTES O CULPABLES. Ignoro de la manera como será recibida por el público esta novela; pero confío en que todos los hombres rectos y de buena voluntad me harán justicia, y verán que mi obra no es más que una nota, una vibración de verdadero patriotismo, inspirada por nobles aspiraciones del presente que tienden a prever dolores del futuro.Si fuera dable adicionar con notas un trabajo literario, no me sería difícil robustecer cada página con citas científicas y estadísticas. Pero no ha sido mi propósito escribir una obra didáctica, sino llevar la propaganda de ideas fundamentales al corazón del pueblo, para que se hagan carne en él y se despierte su instinto de propia conservación que parece estar aletargado. En los límites que permite el romance realista moderno, he estudiado muchas de las causas que obstan al incremento de la población, el tema más vital e importante para la América del Sur, lo que es decir algo, ya que por nuestra incipiencia cada arista implica un problema en esta parte del continente.

  • av Jose Maria de Pereda
    445

    Quién de los dos empujó primero, yo no lo sé. Quizás fuera el mar, acaso fuera el río. Averígüelo el geólogo, si es que le importa. Lo indudable es que el empuje fue estupendo, diérale quien le diera; es decir, el río para salir al mar, o el mar para colarse en la tierra. Mientras el punto se aclara, supongamos que fue el mar, siquiera porque no se conciben tan descomunales fuerzas en un río de quinta clase, que no tiene doce leguas de curso. ¡Labor de titanes! Primero, el peñasco abrupto, recio y compacto de la costa. Allí, a golpe y más golpe, contando por cúmulos de siglos la faena, se abrió al fin ancho boquete, irregular y áspero, como franqueado a empellones y embestidas. Al desquiciarse los peñascos de la ingente muralla, algo cayó hacia afuera que resultó islote mondo y escueto, y más de otro tanto hacia dentro, en dos mitades casi iguales, que vinieron a ser a modo de contrafuertes o esconzados de la enorme brecha. La labor del intruso para continuar su avance, fue ya menos difícil: sólo se trataba de abrirse paso a través de una sierra agazapada detrás de la barrera de la costa; y forcejeando allí un siglo y otro siglo, buscando a tientas al obstáculo las más blandas coyunturas de su armazón de granito, quedó hecho el cauce, profundo y tortuoso, entre dos altos taludes que el tiempo fue tapizando de césped y bordando de malezas.

  • av Jane Austen
    385,-

    La familia Dashwood llevaba largo tiempo afincada en Sussex. Su propiedad era de buen tamaño, y en el centro de ella se encontraba la residencia, Norland Park, donde la manera tan digna en que habían vivido por muchas generaciones llegó a granjearles el respeto de todos los conocidos del lugar. El último dueño de esta propiedad había sido un hombre soltero, que alcanzó una muy avanzada edad, y que durante gran parte de su existencia tuvo en su hermana una fiel compañera y ama de casa. Pero la muerte de ella, ocurrida diez años antes que la suya, produjo grandes alteraciones en su hogar. Para compensar tal pérdida, invitó y recibió en su casa a la familia de su sobrino, el señor Henry Dashwood, el legítimo heredero de la finca Norland y la persona a quien se proponía dejarla en su testamento. En compañía de su sobrino y sobrina, y de los hijos de ambos, la vida transcurrió confortablemente para el anciano caballero. Su apego a todos ellos fue creciendo con el «tiempo. La constante atención que el señor Henry Dashwood y su esposa prestaban a sus deseos, nacida no del mero interés sino de la bondad de sus corazones, hizo su vida confortable en todo aquello que, por su edad, podía convenirle; y la alegría de los niños añadía nuevos deleites a su existencia.

  • av Angel de Saavedra
    265,-

    ¡Oh tú, ninfa gentil del Manzanares, que entre las más bellas y graciosas que triscan en su orilla, de fragantes flores la sien orlada, el albo cuello de oro de ofir y perlas del Oriente, descuellas como suele alba azucena predilecta de Flora en el risueño cultivado jardín! Torna un instante a mí los ojos, do el amor se anida, tórnalos, pues, a tu amoroso hermano, y oye su voz y los llorosos versos con que pinta el furor de las pasiones, la austeridad de la virtud sublime y la venganza atroz de los delitos. Óyeme, hermana, y favorable acoge esta mortal ficción que la engañosa escena va a ocupar, y que felice será si arranca de tu tierno pecho un ardiente suspiro, o si humedece tu rostro hermoso con sensible llanto. Yo, acostumbrado a lamentar amores en arpa de marfil, quise, atrevido más altivo volar, y el sofocleo coturno osé ceñir, y a Melpomene pedí anheloso su puñal terrible. Mas ¿cómo solo a la fragosa cumbre donde mora arribar, sino siguiendo las huellas de algún genio esclarecido que a la cima subió? Nunca el polluelo del águila caudal desplegar sabe las alas temerosas y aun no firmes por la inmensa región solo y sin guía.

  • av Rosalia de Castro
    385,-

    La verdadera patria del hombre es el mundo entero.Allí donde respire aire y libertad, allí donde pose con seguridad su planta, allí es el reino de un alma libre, allí su amada patria, el lugar bendecido, la tierra santa, que puede regar con el sudor de su frente.¿Por qué detenerme un instante más?Un mismo sol, ¿no da vida y calor a todo el universo?Adiós, pues, lugares a quien no amo.Casa que me ha visto nacer.Jardín en donde por primera vez aspiré el aroma de las flores.Fuentes cristalinas, bosque umbroso, en donde gemía el viento en las tardes del invierno, prado sonriente bañado por el primer rayo del sol, ¡adiós!Adiós, tranquilo hogar, techo amigo, sobre el cual han rodado tantos huracanes sin arrancar una sola hierba de esas que nacen solitarias y solitarias mueren, en las grietas que forman una y otra pizarra desunidas.Yo me ahogo en las blancas paredes de tus habitaciones mudas y sin ruido.

  • av Heinrich Heine
    385,-

    Este es el viejo bosque aún hechizado: los tilos aromáticos florecen; para endulzar mi corazón hastiado los rayos de la luna resplandecen.Penetró en él con indecisa planta; oigo voz melodiosa en las alturas: es el oculto ruiseñor que canta amores y amorosas desventuras.Canta con melancólica alegría tristes goces, pesares halagüeños; y es tan dulce su voz, que al alma mía vuelve otra vez los olvidados sueños.Sin detener el pie, sigo adelante; y surge entre los árboles obscuros un alcázar tan alto y arrogante que al cielo tocan los audaces muros.Cerradas todas las ventanas miro, y silencio tan hondo en él se advierte, que parece ese lúgubre retiro, la mansión misteriosa de la Muerte.

  • av Jose Maria de Pereda
    445

    A la santa memoria de mi hijo Juan Manuel Hacia el último tercio del borrador de este libro, hay una cruz y una fecha entre dos palabras de una cuartilla. Para la ordinaria curiosidad de los hombres, no tendrían aquellos rojos signos gran importancia; y, sin embargo, Dios y yo sabemos que en el mezquino espacio que llenan, cabe el abismo que separa mi presente de mi pasado; Dios sabe también a costa de qué esfuerzos de voluntad se salvaron sus orillas para buscar en las serenas y apacibles regiones del arte, un refugio más contra las tempestades del espíritu acongojado; por qué de qué modo se ha terminado este libro que, quizás, no debió de pasar de aquella triste fecha ni de aquella roja cruz; por qué, en fin, y para qué declaro yo estas cosas desde aquí a esa corta, pero noble, falange de cariñosos lectores que me ha acompañado fiel en mi pobre labor de tantos años, mientras voy subiendo la agria pendiente de mi Calvario y diciéndome, con el poeta sublime de los grandes infortunios de la vida, cada vez que vacila mi paso o los alientos me faltan: «Dominus dedit; Dominus abstulit. Sicut Domino placuit, ita factum est».

  • av Henry James
    445

    Un radiante día de mayo, en el año 1868, un caballero se hallaba cómodamente recostado en el gran diván circular que por aquellos tiempos ocupaba la parte central del Salón Carré, en el Museo del Louvre. Esta conveniente otomana ya no está allí, para inmenso desconsuelo de todos los amantes de las bellas artes que tienen las rodillas débiles; pero el caballero en cuestión había tomado serena posesión de su punto más mullido y, con la cabeza inclinada hacia atrás y las piernas estiradas, contemplaba la bella Madonna de la luna, de Murillo, en profundo disfrute de su postura. Se había quitado el sombrero, y a su lado había dejado una pequeña guía roja y unos gemelos. El día era caluroso; la caminata le había sofocado, y se pasaba una y otra vez el pañuelo por la frente con gesto un tanto cansino. Y, sin embargo, evidentemente no se trataba de un hombre a quien la fatiga le fuese familiar; alto, delgado y musculoso, insinuaba esa clase de vigor que suele conocerse como «resistencia». Pero en este día concreto sus esfuerzos habían sido de un tipo inusitado, y a menudo había realizado grandes proezas físicas que le habían dejado menos exhausto que su tranquilo paseo por el Louvre.

  • av Owen Wister
    445

    Una escena curiosa atraía a los pasajeros hacia la ventanilla, tanto hombres como mujeres, así que me levanté y crucé el vagón para ver de qué se trataba. Cerca de las vías vi un cercado y alrededor de este había algunos hombres riendo; dentro del cercado había torbellinos de polvo, y en medio del polvo algunos caballos, corcoveando, apiñándose y esquivándose. Eran ponis vaqueros en un corral y uno de ellos no se dejaba atrapar, daba igual quién le lanzara el lazo. Estuvimos un buen rato contemplando aquel espectáculo; nuestro tren había parado para llenar el motor junto al tanque de agua un poco antes de llegar al andén de la estación de Medicine Bow. Ya llevábamos un retraso de seis horas y nos moríamos por algo de entretenimiento. El poni del corral era listo y de patas ligeras. ¿Han visto alguna vez a un boxeador habilidoso estudiando a su antagonista con una mirada silenciosa y fija? Esa mirada era la que el poni clavaba en cualquiera de los hombres que se acercara con el lazo. El jinete podía fingir que miraba hacia el cielo, que lucía espléndido, o que entablaba una animada conversación con un viandante; todo era inútil. El poni lo adivinaba. Ningún amago lo engañaba. Ese animal era todo un hombre de mundo. Sus ojos atentos se clavaban en la amenaza disimulada y la gravedad de su rictus de caballo convertía la situación en una escena de comedia costumbrista. Luego, le lanzaban el lazo, pero el animal ya se encontraba en otro lugar; si los caballos se ríen, debía de abundar la alegría en aquel corral. En ocasiones, el poni daba una vuelta solo, a continuación se deslizaba como un rayo entre sus hermanos, y todos ellos, como un banco de peces juguetones, salían trotando por el corral, pateando el fino polvo y ¿tal como me pareció¿ riéndose a carcajadas.

  • av Mark Twain
    445

  • av Vicente Blasco Ibanez
    385,-

    En mis tiempos de agitador político, allá por el año 1902, los republicanos de Mallorca me invitaron a un mitin de propaganda de nuestras doctrinas que se celebró en la plaza de Toros de Palma.Después de esta reunión popular, los otros diputados republicanos que habían hablado en ella se volvieron a la Península. Yo, una vez pronunciado mi discurso, di por terminada mi actuación política, para correr como simple viajero la hermosa isla que vio en la Edad Media los paseos meditativos del gran Raimundo Luliöfilósofo, hombre de acción, novelistäy en el primer tercio del siglo xix sirvió de escenario a los amores románticos y algo maduros de Jorge Sand y Chopin.Más que las cavernas célebres, los olivos seculares y las costas eternamente azules de Mallorca, atrajeron mi atención las honradas gentes que la pueblan y sus divisiones en castas que aún perduran, a causa sin duda del aislamiento isleño, refractario a las tendencias igualitarias de los españoles de tierra firme. Vi en la existencia de los judíos convertidos de Mallorca, de los llamados chuetas, una novela futura.

  • av Jose Maria de Pereda
    445

    Madrid, julio 30 de 188... Si por una, para mí, desdichada casualidad, no hubiera estado yo ausente el día en que tú pasaste por aquí como un relámpago, te hubiera enterado de palabra de estas graves cosas que voy a referirte ahora por escrito y de mala manera, porque tras de no tener el tiempo de sobra, jamás despunté por hábil en el manejo de la pluma. Yo te aseguro que no la tuviera en este instante entre los dedos sin el honrado temor de que adquieras por el rumor público las noticias que debo darte yo antes que nadie y que a nadie. O somos o no somos amigos «de la infancia:» Pílades y Orestes, los gemelos de Siam, como alguien nos ha llamado al vernos tan unidos en las prosperidades y en las tormentas de nuestra no larga, pero bien azarosa vida; o hemos o no corrido juntos los temporales de nuestro mundo tan calumniado por los que no le conocen, y bien poco entretenido para los que le conocemos a fondo, cuando las arrastradas circunstancias (vulgo, dinero) no concuerdan en género, número y caso con la omnímoda libertad, que nunca falta, de explorarle en todas direcciones. En fin, hombre, y por no enredarme en estos líos retóricos que me apestan: que me considero en la obligación de contarte esto gordo que me pasa, y que te lo voy a contar del mejor modo que pueda.

  • av Benito Jerónimo Feijoo
    385,-

    En los tiempos antiquísimos, si creemos a Plutarco, sólo se usaba la música en los templos, y después pasó a los teatros. Antes servía para decoro del culto; después se aplicó para estímulo del vicio. Antes sólo se oía la melodía en sacros himnos; después se empezó a escuchar en cantinelas profanas. Antes era la música obsequio de las deidades; después se hizo lisonja de las pasiones. Antes estaba dedicada a Apolo; después parece que partió Apolo la protección de este arte con Venus. Y como si no bastara para apestar las almas ver en la comedia pintado el atractivo del deleite con los más finos colores de la retórica y con los más ajustados números de la poesía, por hacer más activo el veneno, se confeccionaron la retórica y la poesía con la música.

  • av José Casatejada
    365,-

    José CASATEJADA parcourt seul le GR3, des sources de la Loire jusqu'à Chabreloche. Depuis les monts d'Ardèche, il s'aventure dans les profondes gorges de la rivière sauvage, traverse du sud au nord les rudes monts du Forez, accède à leur point culminant au sommet de Pierre-sur-Haute avant de se hasarder au sein du Bois Noir, une forêt sombre située limites de la vallée de la Dore et du Puy-de-Dôme. Au-delà du périple, l'auteur accomplit aussi un réel cheminement intérieur, dépeint une galerie de savoureux portraits, décrit de mémorables paysages. Ce récit de voyage pédestre, captivant et poétique, reflète l'état d'esprit d'un marcheur contemplatif épris de grands espaces, de beautés tant humaines que naturelles.

  • av Virginia Woolf
    445

    Era una primavera vacilante. El tiempo, siempre cambiante, mandaba nubes azules y purpúreas que se deslizaban sobre la tierra. En el campo, los campesinos contemplaban con aprensión sus cultivos; en Londres, la gente alzaba la vista al cielo y abría y cerraba el paraguas. Pero en el mes de abril cabía esperar aquel tiempo. Miles de dependientes hacían este comentario al entregar la mercancía envuelta con esmero a las señoras de adornados vestidos que se hallaban al otro lado del mostrador, en Whiteley y en los almacenes Army and Navy. Interminables procesiones de compradores en el West End, y de hombres de negocios en el East End, circulaban por las aceras, como caravanas en una marcha perpetua, o al menos eso les parecía a aquellos que se detenían por alguna razón, ya fuera para echar una carta, o en el ventanal de un club de Piccadilly. La corriente de landós, victorias y cabriolés era incesante, ya que la temporada social acababa de comenzar.

  • av Alexandre Dumas
    445

  • av Edith Wharton
    445

    La señora Spragg y su acompañante estaban entronizadas en grandes sillones dorados, en uno de los salones privados del Hotel Stentorian. A las habitaciones que ocupaban los Spragg se las conocía como una de las suites Looey, y las paredes del salón estaban parcialmente forradas de reluciente caoba, tapizadas con seda de damasco de color rosa salmón y decoradas con retratos ovales de María Antonieta y la princesa de Lamballe. En el centro de la alfombra de flores había una mesa dorada con la superficie de ónice mexicano, que sostenía una palmera en un cesto igualmente dorado y adornado con un lazo rosa. A excepción de la palmera y un ejemplar de El perro de los Baskerville, la habitación no mostraba otros indicios de ocupación humana, y la actitud de la propia señora Spragg era de absoluta indiferencia, como una figura de cera en una vitrina. Su elegante indumentaria justificaba esta pose, al tiempo que su rostro, de mejillas pálidas y suaves, con los párpados hinchados y la boca caída, recordaba al de una figura de cera semiderretida, a resultas de lo cual le hubiera salido aquella papada.

  • av Homer
    445

    Después de una corta invocación a la divinidad para que cante «la perniciosa ira de Aquiles», nos refiere el poeta que Crises, sacerdote de Apolo, va al campamento aqueo para rescatar a su hija, que había sido hecha cautiva y adjudicada como esclava a Agamenón; éste desprecia al sacerdote, se niega a darle la hija y lo despide con amenazadoras palabras; Apolo, indignado, suscita una terrible peste en el campamento; Aquiles reúne a los guerreros en el ágora por inspiración de la diosa Hera, y, habiendo dicho al adivino Calcante que hablara sin miedo, aunque tuviera que referirse a Agamenón, se sabe por fin que el comportamiento de Agamenón con el sacerdote Crises ha sido la causa del enojo del dios. Esta declaración irrita al rey, que pide que, si ha de devolver la esclava, se le prepare otra recompensa; y Aquiles le responde que ya se la darán cuando tomen Troya. Así, de un modo tan natural, se origina la discordia entre el caudillo supremo del ejército y el héroe más valiente. La riña llega a tal punto que Aquiles desenvaina la espada y habría matado a Agamenón si no se lo hubiese impedido la diosa Atenea; entonces Aquiles insulta a Agamenón, éste se irrita y amenaza a Aquiles con quitarle la esclava Briseida, a pesar de la prudente amonestación que le dirige Néstor; se disuelve el ágora y Agamenón envía a dos heraldos a la tienda de Aquiles que se llevan a Briseide; Ulises y otros griegos se embarcan con Criseida y la devuelven a su padre; y, mientras tanto, Aquiles pide a su madre Tetis que suba al Olimpo e impetre de Zeus que conceda la victoria a los troyanos para que Agamenón comprenda la falta que ha cometido; Tetis cumple el deseo de su hijo, Zeus accede, y este hecho produce una violenta disputa entre Zeus y Hera, a quienes apacigua su hijo Hefesto; la concordia vuelve a reinar en el Olimpo y los dioses celebran un festín espléndido hasta la puesta del sol, en que se recogen en sus palacios.

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