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Minnen

Här finner du memoarer och berättelser från andra människors liv, viktiga lärdomar och goda råd. Vårt urval av böcker om dessa minnen är en samling resor som vi människor tar genom livet. Det handlar om hur sådana resor påverkar oss och vad vi kan göra för att uppleva mer frihet. Böckerna är otroligt innehållsrika med helt olika kulturella bakgrunder, och de kan ge dig inblick i sällsynta resor som många måste ha tur för att få uppleva.
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  • av Jules Verne
    329,-

    El 13 de octubre de 1960, una parte de la población de París se reunía en las numerosas estaciones del ferrocarril metropolitano, y se dirigía por los distintos ramales hacia el antiguo emplazamiento del Campo de Marte. Era el día de la distribución de premios en la Sociedad General de Crédito Instruccional, enorme establecimiento de educación pública. Su excelencia, el Ministro de Embellecimientos de París, debía presidir la ceremonia. La Sociedad General de Crédito Instruccional reflejaba perfectamente las tendencias industriales del siglo: lo que cien años antes se llamaba "progreso", había conseguido un desarrollo inmenso. El monopolio, ese non plus ultra de la perfección, tenía en sus garras al país entero; se multiplicaban las sociedades, se fusionaban, se organizaban; habrían asombrado a nuestros padres por sus inesperados resultados. No faltaba el dinero. Los ferrocarriles habían pasado de manos particulares a las del Estado. Abundaban los capitales y más aún los capitalistas a la caza de operaciones financieras o de negocios industriales.

  • av Armando Palacio Valdes
    385,-

    MÁS de una vez me acaeció despertar, tras un corto sueño durante el día, tan sorprendido de mi existencia como si realmente naciese en aquel instante. «¿Qué es esto, qué es esto? ¿Qué soy yo? ¿Por qué estoy en el mundo? ¿Qué es el mundo?», me preguntaba estremecido. Tan grande era mi estupefacción, que me costaba trabajo el no romper en gritos de terror y admiración. El velo de lo infinito temblaba delante de mí como si fuera a descorrerse. Un relámpago iluminaba el misterio. Mi alma en aquel instante no creía más que en sí misma; pensaba vivir en el seno del Todo; no se daba cuenta de que ya estaba desprendida, y rodaba como una hoja que el huracán arrastra. «Estas formas que veo¿me decíäson extrañas a mi ser; yo no pertenezco a ellas, ni ellas a mí. ¿Será verdad que mi alma sueña los cuerpos?» La muerte me parecía tan inconcebible como la nada. El relámpago descubría un horizonte indeciso, inmenso, azulado. En los confines lucía una aurora. «Mi sitio está allí: allí quiero ir. ¿Pero mis ojos podrán recibir los rayos de ese sol cuando se levante?» Aquel despertar antojábaseme un sueño, y apetecía dormir para despertar realmente. Sí; quería despertar para comprender, para vivir; quería romper los muros de mi propio ser y asomarme a lo eterno. ¡Cómo reía el espíritu en aquel momento del protoplasma, la generatio spontanea, la teoría celular, la evolución, y de todas las demás explicaciones que se han dado de lo inexplicable!

  • av Honore de Balzac
    385,-

    La señora Vauquer, de soltera De Conflans, es una anciana que desde hace cuarenta años regenta una pensión en la calle Neuve-Sainte-Geneviève, entre el barrio latino y el de Saint-Marcel. Esta pensión, conocida bajo el nombre de Casa Vauquer, admite tanto a hombres como mujeres, jóvenes y ancianos, sin que las malas lenguas hayan atacado nunca las costumbres de tan respetable establecimiento. Pero también es cierto que desde hacía treinta años nunca se había visto en ella a ninguna persona joven, y para que un hombre joven viviese allí era preciso que su familia le pasara mensualmente muy poco dinero. No obstante, en el año 1819, época en la que da comienzo este drama, hallábase en Casa Vauquer una joven pobre. Aunque la palabra drama haya caído en descrédito por el modo abusivo con que ha sido prodigada en estos tiempos de dolorosa literatura, es preciso emplearla aquí: no que esta historia sea dramática en la verdadera acepción de la palabra; pero, una vez terminada la obra, quizás el lector habrá derramado algunas lágrimas intramuros y extra. ¿Será comprendida más allá de París? Nos permitimos ponerlo en duda. Las particularidades de esta historia llena de observaciones y de colores locales no pueden apreciarse más que entre el pie de Montmartre y las alturas de Montrouge, en ese ilustre valle de cascote continuamente a punto de caer y de arroyos negros de barro; valle repleto de sufrimientos reales, de alegrías a menudo ficticias, y tan terriblemente agitado que se precisa algo exorbitante para producir una sensación de cierta duración.

  • av Roberto Jorge Payro
    335

    Fortín en tiempo de la guerra de indios, Pago Chico había ido cristalizando a su alrededor una población heterogénea y curiosa, compuesta de mujeres, de soldados, -chinas- acopiadores de quillangos y plumas de avestruz, compradores de sueldos, mercachifles, pulperos, indios mansos, indiecitos cautivos -presa preferida de cuanta enfermedad endémica o epidémica vagase por allí.El fortín y su arrabal, análogo al de los castillos feudales, permanecieron largos años estacionarios, sin otro aumento de población que el vegetativo -casi nulo porque la mortalidad infantil equilibraba casi a los nacimientos, pero cuyos claros venían a llenar los nuevos contingentes de tropas enviados por el gobierno.Mas cuando los indios quedaron reducidos a su mínima expresión - «civilizados a balazos»-, la comarca comenzó a poblarse de «puestos» y «estancias» que muy luego crecieron y se desarrollaron, fomentando de rechazo la población y el comercio de Pago Chico, núcleo de toda aquella vida incipiente y vigorosa.

  • av Armando Palacio Valdes
    385,-

    SIN gusto he cedido al propósito de publicar un volumen de páginas escogidas entre mis obras. Opiné siempre que este es un honor que debe reservarse a los muertos. Pero los vivos en los tiempos presentes acaparan los derechos de los muertos y se regalan con monumentos y epitafios.Un editor piadoso ha imaginado que de los diversos libros por mí publicados pudieran entresacarse algunos trozos de valor excepcional. Le dejo por entero la responsabilidad del intento.Contra mi gusto también, ¿por qué no he de decirlo? he sido y soy literato. En los años de mi adolescencia y en los primeros de la juventud he creído firmemente que yo había nacido para cultivar las ciencias filosóficas y políticas y para ser un faro esplendoroso dentro de ellas. Llegar a ser un sabio respetado y solemne fué mi única ambición entre los quince y los veinte años. Después por un juego de la fortuna me vi convertido en novelista, y comprendí que la fortuna tenía razón. Me acaeció lo que a Federico II de Prusia. Creyó haber nacido para músico y literato y resultó un guerrero.

  • av Antonio Machado
    329,-

    Las composiciones de este primer libro, publicado en Enero de 1903, fueron escritas entre 1899 y 1902. Por aquellos años, Rubén Darío, combatido hasta el escarnio por la crítica al uso, era el ídolo de una selecta minoría. Yo también admiraba al autor de Prosas profanas, el maestro incomparable de la forma y de la sensación, que más tarde nos reveló la hondura de su alma en Cantos de vida y esperanza. Pero yo pretendí¿y reparad en que no me jacto de éxitos, sino de propósitos¿seguir camino bien distinto. Pensaba yo que el elemento poético no era la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una honda palpitación del espíritu; lo que pone el alma, si es que algo pone, o lo que dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta animada al contacto del mundo. Y aun pensaba que el hombre puede sorprender algunas palabras de un íntimo monólogo, distinguiendo la voz viva de los ecos inertes; que puede también, mirando hacia dentro, vislumbrar las ideas cordiales, los universales del sentimiento. No fué mi libro la realización sistemática de este propósito; mas tal era mi estética de entonces. Esta obra fué refundida en 1907, con adición de nuevas composiciones que no añadían nada substancial a las primeras, en Soledades, galerías y otros poemas. Ambos volúmenes constituyen en realidad un solo libro.

  • av Joaquin Dicenta
    265,-

    El poeta vivía retirado en un barrio extremo de Madrid. Más que ciudadana, era campesina su vivienda -entre hotel y casa de campo-, limitada por tierras en labranza y embellecida por un jardín y un huerto.Certamen celebraban en el jardín las flores durante la primaveral estación, volviéndolo paleta, donde lucían los rosales su espléndida gama que va, por entre perfumes, desde el blanco al bermejo; los claveles, sus amarillos y sus grana; los pensamientos, sus caritas de gnomo; los lirios y violetas, sus obispales vestiduras; los jazmines, su nácar; los nardos, su marfil. Los girasoles esplendían sobre el espacio como soles minúsculos; como astros brillaban en el cielo verde de los macizos margaritas y tréboles. Los ramos de acacias y de lilas volvíanse airones al suave empuje de los céfiros. La atmósfera, hecha incienso por los alientos vegetales, ascendía, en moléculas irisadas, al encuentro del sol.Desde el mayo al septiembre, desbordaban en frutos los árboles y las plantaciones del huerto.

  • av Baltasar Gracia¿n
    265,-

    1. Todo está ya en su punto, y el ser persona en el mayor. Más se requiere hoy para un sabio que antiguamente para siete; y más es menester para tratar con un solo hombre en estos tiempos que con todo un pueblo en los pasados.2. Genio e ingenio. Los dos ejes del lucimiento de prendas: el uno sin el otro, felicidad a medias. No basta lo entendido, deséase lo genial. Infelicidad de necio: errar la vocación en el estado, empleo, región, familiaridad.3. Llevar sus cosas con suspensión. La admiración de la novedad es estimación de los aciertos. El jugar a juego descubierto ni es de utilidad ni de gusto. El no declararse luego suspende, y más donde la sublimidad del empleo da objeto a la universal expectación; amaga misterio en todo, y con su misma arcanidad provoca la veneración. Aun en el darse a entender se ha de huir la llaneza, así como ni en el trato se ha de permitir el interior a todos. Es el recatado silencio sagrado de la cordura. La resolución declarada nunca fue estimada; antes se permite a la censura, y si saliere azar, será dos veces infeliz. Imítese, pues, el proceder divino para hacer estar a la mira y al desvelo.

  • av Jose Maria de Pereda
    265,-

    Imagínese el pío lector que la vulgarísima historia que voy a referirle se remonta a los tiempos de Maricastaña, y elija para teatro de los sucesos la capital que más le agrade de las nuestras de segundo orden, con tal de que sea de las más empingorotadas en la estadística de los subsidios industriales y no forme con las últimas en el catálogo de las que más nutren y alimentan el caudaloso mar de las rentas de aduanas; señal infalible de que el vértigo de la ganancia es su vida, y el alma del negocio el negocio de su alma; de que por letras se entiende allí las de cambio; por artes los de cocina; por ciencias la aritmética mercantil, y por «trabajo honroso» pura y exclusivamente el que se emplea, de sol a sol, en sacar el jugo a la matrícula, esa ejecutoria de los pueblos ricos, ora en el sucio Borrador de almacén, ora en el pulcro, terso y espacioso libro Diarios, ora en remover obstáculos de arancel con el santo fin de que pasen, como una seda, torres y montones, por donde el rigor de las leyes no deja libre entrada a un mal garbanzo.Andaba allí el lujo como Pedro por su casa; y teniendo en todas ellas un culto el lujo de los trapos, era un vicio de los más abominables el lujo del entendimiento.Disculpábase la pobreza en el negociante desgraciado y hasta en aquéllos que del último concurso de acreedores no habían podido sacar la conciencia tan limpia como el fondo de sus cajas; pero era punto menos que infamante en los que por natural aversión a la ciencia del toma y daca sudaban gotas de sangre por hacer un mendrugo miserable del meollo de su inteligencia consagrada a fútiles asuntos que jamás daban un cañamón de riqueza para basar sobre ella la proporción de un impuesto, ni la de un concierto de arbitrios, o de derecho módico.

  • av Louisa May Alcott
    335

    Completamente sola, Rosa estaba sentada en una de las salas más grandes y bonitas de su casa, con el pañuelo en la mano, listo para recoger su primera lágrima, pues cavilaba en sus tribulaciones y el llanto era inevitable. Se había encerrado en este cuarto por considerarlo sitio adecuado para sentirse miserable; pues era oscuro y silencioso, estaba lleno de muebles antiguos y cortinados sombríos y de sus paredes pendían retratos de venerables caballeros de peluca, damas de austeras narices, tocadas con gorros pesadotes y niños que llevaban chaquetas colimochas y vestiditos cortos de talle. Era un lugar excelente para sentir dolor; y la lluvia primaveral intermitente que golpeaba los cristales de las ventanas parecía decir entre sollozos: «¡Llora, llora! Estoy contigo». Rosa tenía su buen motivo para sentirse triste, pues era huérfana de madre, y últimamente había perdido al padre también, con lo cual no le quedó más hogar que éste de sus tías abuelas. Hacía sólo una semana que estaba con ellas, y aunque las viejecitas queridas se esforzaron todo lo posible por hacer que viviese contenta, no lograron mucho éxito que digamos, ya que era muy distinta a cuantos niños conocían, y experimentaron casi la misma sensación que si estuviesen al cuidado de una mariposa abatida.

  • av Charles Dickens
    335 - 385,-

  • av Jane Austen
    335

    Hace mucho tiempo, el señor Johnson tenía unos cincuenta y tres años; doce meses más tarde cumplió cincuenta y cuatro, algo que le hizo tan feliz que decidió celebrar su siguiente cumpleaños con una mascarada para sus hijos y sus amigos. Con tal motivo, el día de su quincuagésimo cumpleaños se enviaron invitaciones a todos sus vecinos. Lo cierto es que sus conocidos en esa parte del mundo no eran demasiado numerosos, y se limitaban a Lady Williams, al señor y la señora Jones, a Charles Adams y a las tres señoritas Simpson, quienes componían el vecindario de Tramposería y a su vez la comitiva e la mascarada. Antes de ofrecer un relato de aquella noche, será mejor que haga una descripción a mis lectores de las personas y personajes que formaban el grupo de sus conocidos. El señor y la señora Jones eran ambos bastante altos y muy apasionados, si bien, por otra parte, tenían bastante buen carácter y eran personas de buena educación. Charles Adams era un joven amable, instruido y cautivador; de una belleza tan deslumbrante que solamente las águilas podían mirarle de frente. La señorita Simpson era una persona agradable, tanto por sus modales como por su disposición, siendo su única falta una ilimitada ambición. Su hermana Sukey era envidiosa, resentida y maliciosa. Su cuerpo era pequeño, gordo y desagradable. Cecilia (la más pequeña) era muy bonita pero demasiado afectada para resultar agradable.

  • av Roberto Arlt
    329,-

    Si usted tiene aficiones a la atorrancia; si a usted le gusta estarse ocho horas sentado y otras ocho horas recostado en un catre, si usted reconoce que la divina providencia lo ha designado para ser un soberbio "squenun" en la superficie del planeta, múdese a las inmediaciones de Canning y Rivera. Todas sus ambiciones serán colmadas.. . y el reino de los inocentes le será dado, por añadidura. Y le digo que se mude en las proximidades de esas calles porque en ese paraje encontrará todo lo que el alma de un vago necesita para consolación y regocijo de su finca. Encontrará allí toda la variedad de especímenes que forman la escala turrones de la ciudad: levantadores de quinielas y redobloneros, anarquistas en embrión, si usted es aficionado a la sociología; tenorios y damas, música (de radio) y típica por la noche, y muchas mozas. El refugio es el café esquinero. Techo alto, tan alto que han podido instalar una baranda con plataforma a la sombra de las estanterías. Más que café, parece una iglesia; pero una iglesia donde se habla de fijas y se trata dé temas "profanos o del siglo" como dicen los teólogos. El altoparlante suministra música nacional desde las diez de la mañana. Las ventanas abiertas a la calle invitan a dejarse estar. Las fabriqueras que pasan, incitan a mirar. Los desdichados pintorescos que transitan invitan a meditar. Y con tanta ocupación inútil, pero espiritual, no hay fiaca que al dar las doce del día no exclame: -Pero, ¡la gran sietel ¡Cómo se pasa la mañana! Y es que en una esquina así se pasa, sin vuelta. En cuanto un ciudadano entra al café, se siente contagiado de la pereza colectiva. Los brazos le empiezan a pesar como si fueran de plomo y la mirada se le llena de neblina. El mozo que está acostumbrado a la clientela, es un plantígrado resignado. No protesta. Sirve el achicoria "express" con la misma sencillez de un mártir. Cinco de propina, y la mesa ocupada tres horas.

  • av Francisco Rojas Zorrilla
    329,-

    FÉNIX.Cierra esa puerta, Beatriz; no has de salir, vive el cielo. BEATRIZ.Ciérrola y quito la llave. CONDE.No con fingidos extremos me detengas. FÉNIX. ¡Vive amor, que es dios que manda en mi pecho, que no has de salir! CONDE. ¿Qué importa? Romperé por tus preceptos: (Va a abrir y halla cerrado.) ¿cerraste? Dame la llave. Acaba, Beatriz. BEATRIZ. Ni puedo, ni quiero. CONDE. Dime por qué. BEATRIZ.No preguntes a un no quiero. CONDE.Saldré por esas ventanas. BEATRIZ.Tienen rejas, habla quedo. CONDE.Pues déjame ir, que ya es hora. BEATRIZ.Mirad que no duerme el viejo; que ha más de una hora que escupe y dos que tose. CONDE. En efecto, ¿qué es lo que intentas de mí? FÉNIX.Si tú escucharas mi intento... CONDE.Dile, Fénix. FÉNIX. Ya te digo, más quisiera... CONDE. Dilo presto. FÉNIX.Que me oigas. CONDE. Agradecido te escucharé.

  • av Francisco Rojas Zorrilla
    329,-

    ROSA Haced alto en el llano desa falda que Manzanares pinta de esmeralda; ligad esos cristianos a esos troncos, cesen los parches de quejarse roncos al eco más vecino de los azotes del porfiado pino; aqueste es Manzanares, aquel río que de las sierras de Castilla frío baja a Madrid tan quedo, que se conoce que me tiene miedo; Branigal, un arroyo que recrea a Branigal su convecina aldea, se entra, renglón de plata, en Manzanares, y Manzanares en Jarama y Nares, y todos tres por uno y otro atajo, porque es nuestro, le dan tributo al Tajo. Aquella puerta que de aquí se advierte, cuya muralla fuerte a la media región del aire llega, es la que llaman Puerta de la Vega; esta playa, que besa el cristal frío, es una tela que tramó el estío con distintos colores, de un verde raso que es raso de flores; Manzanares humilde pone coto a esa tela florida y a ese soto; y yo desde Toledo desta suerte, para vengar de Aben-Jucef la muerte, mi ya perdido hermano, contándole su muerte al aire vano, vengo a vengarle con valor impío en los troncos, que son hijos del río, en las aves que pueblan todo el viento, en los peces que cría ese elemento, y en el que halláre caminante errado, desierto a mi piedad por el poblado. En esta isla (¡oh pese a mi tardanza!) rompió la de su pecho errada lanza, que no le hubiera muerto hasta que le buscara con acierto; como villanas, esas verdes plantas de su coral tiñeron las gargantas; aquel eco, que nunca la voz deja, repitió las razones de su queja; pues aves, prado, monte pasajero, han de asustarse al golpe de mi acero; vegas, flores y plantas, eco y río, la ira han de temer de mi albedrío; y pues que Rosa soy, la valerosa, teman de las espinas de la Rosa.

  • av Stanley Henry Morton
    329,-

    Une aventure hors du commun.En 1869, alors que la Société royale de géographie ne se soucie guère de la disparition de Livingstone, James Gordon Bennet, le directeur du New York Herald, persuadé que l¿illustre explorateur est toujours vivant, décide d¿envoyer un reporter à sa recherche. Choisi pour cette mission, Henry Morton Stanley n¿est encore que journaliste : s¿il sillonnait le monde, c¿était pour couvrir des événements et non pour explorer ses terres inconnues. Nulle formation scientifique ou militaire ne le prédisposait à succéder à Livingstone dans la recherche des sources du Nil ou à entamer, comme il le fera dix ans plus tard pour le compte du roi Léopold de Belgique, la conquête coloniale du Congo. Journaliste donc, mais prêt à de nombreuses métamorphoses, et surtout doué d¿une énergie et d¿une persévérance rares qui vont lui permettre de mener, de l¿île de Zanzibar jusqüau lac Tanganyika, une expédition démesurée et de retrouver le grand homme malade après dix mois de marche au c¿ur d¿une Afrique inconnue.

  • av Julia De Asensi
    329,-

    Camino del pueblo de B..., situado cerca de la capital de una provincia cuyo nombre no hace al caso, íbamos en un carruaje, tirado por dos mulas, Cristina, su madre, Fernando el prometido de la joven, y yo. Eran las cinco de la tarde, el calor nos sofocaba porque empezaba el mes de Agosto, y los cuatro guardábamos silencio. La señora de López rezaba mentalmente para que Dios nos llevase con bien al término de nuestro viaje; Cristina fijaba sus hermosos ojos en Fernando que no reparaba en ello, y yo contemplaba la deliciosa campiña por la que rodaba nuestro coche. Serían las seis cuando el carruaje se detuvo a la entrada del pueblo; bajamos y nos dirigimos a una capilla donde se veneraba a Nuestra Señora de las Mercedes, a la que la madre de Cristina tenía particular devoción. Mientras esta señora y su hija recitaban algunas oraciones, Fernando me rogó que le siguiera al cementerio, situado muy cerca de allí, donde estaba su padre enterrado. Le complací y penetramos en un patio cuadrado, con las tapias blanqueadas, y en el que se observaban algunas cruces de piedra o de madera, leyéndose sobre lápidas mortuorias varias inscripciones un tanto confusas. En un rincón vi a una mujer arrodillada, en la que mi compañero no pareció fijarse al pronto.

  • av Leonid Andreïev
    329,-

    Cuando ya no cupo duda de que Egor Timofeievich Pomerantzev, el subjefe de la oficina de Administración local, había perdido definitivamente la razón, se hizo en su favor una colecta, que produjo una suma bastante importante, y se le recluyó en una clínica psiquiátrica privada.Aunque no tenía aún derecho al retiro, se le concedió, en atención a sus veinticinco años de servicios irreprochables y a su enfermedad. Gracias a esto, tenía con que pagar su estancia en la clínica hasta su muerte: no había la menor esperanza de curarle.Al comienzo de la enfermedad de Pomerantzev su mujer, de quien se había separado hacía quince años, pretendió tener derecho a su pensión; para conseguirla, hasta hizo que un abogado litigara en su nombre; pero perdió la causa, y el dinero quedó a la disposición del enfermo.

  • av Pedro Antonio de Alarcon
    329,-

    No sé que día de Agosto del año 1816 llegó a las puertas de la Capitanía General de Granada cierto haraposo y grotesco gitano, de sesenta años de edad, de oficio esquilador y de apellido o sobrenombre "Heredia", caballero en flaquísimo y destartalado burro mohino, cuyos arneses se reducían a una soga atada al pescuezo; y, echado que hubo pie a tierra, dijo con la mayor frescura «que quería ver al Capitán General.»Excuso añadir que semejante pretensión excitó sucesivamente la resistencia del centinela, las risas de los ordenanzas y las dudas y vacilaciones de los edecanes antes de llegar a conocimiento del Excelentísimo Sr. D. Eugenio Portocarrero, conde del Montijo, a la sazón Capitán General del antiguo reino de Granada... Pero como aquel prócer era hombre de muy buen humor y tenía muchas noticias de Heredia, célebre por sus chistes, por sus cambalaches y por su amor a lo ajeno..., con permiso del engañado dueño, dió orden de que dejasen pasar al gitano.

  • av Stefan Zweig
    335

    Irrumpió por la puerta como un torbellino. ¿¿Ha llegado ya mi vestido? ¿No, señorita ¿respondió la doncellä, y ya dudo que llegue hoy.¿¡Naturalmente que no, ya conozco yo a esa holgazana! ¿exclamó con voz trémula, conteniendo un sollozo¿. Ahora son las doce, a la una y media tendría que bajar al Prater para el derby. ¡Y por esa estúpida no voy a poder! ¡Y además con el buen tiempo que hace! Y furiosa, echando chispas de rabia, dejó caer su esbelta figurita en el pequeño sofá persa que, adornado profusamente con volantes y flecos, estaba en una esquina de aquel boudoir decorado con una fantástica falta de gusto. Todo su cuerpo temblaba de ira por no poder acudir al derby en el que, como dama de renombre y célebre belleza, desempeñaba uno de los papeles más importantes, y ardientes lágrimas resbalaron entre sus delgados dedos cargados de sortijas. Estuvo algunos minutos echada así, luego se incorporó un poco para poder llegar con la mano a la pequeña mesita inglesa, donde sabía que estaban sus bombones de praliné. Mecánicamente se metió uno tras otro en la boca y dejó que se deshicieran despacio. Y su profundo cansancio, la noche de diversión, la fría semioscuridad de la habitación y su gran dolor se conjuntaron de forma que, poco a poco, empezó a dar cabezadas.

  • av Gabriel Miró
    265,-

    Despacio, y en coloquio piadoso con el ama Virtudes, ovillaba doña Elvira la recia madeja de lana azul, para seguir urdiendo los doce pares de medias que ofreciera en limosna. Servíanle de devanadera las rollizas manos del ama.Era la señora vieja, cenceña, grave, de tabla compungida de priora; y la criada, mediada de años, maciza, con pelusa de albérchigo en las redondas mejillas, luminarias en los ojuelos grises, y pechos poderosos y movedizos, que doña Elvira no miraba sin decirse: «¡Para qué tanto, Señor! Es ya insolencia». Y el visaje lastimero del ama parecía replicarle: «¡Y yo qué culpa tengo!».-Ama Virtudes, me temo que llegue el frío y no podamos entregar al señor rector los doce cabales.-¡El frío! ¡Y hasta que anochece cantan aún que revientan las cigarras en las oliveras!-Atiende, ama, que estamos en septiembre y se han de acabar para Todos Santos.

  • av Lope de Vega
    265,-

    LEONOR: No sé si podrás oír lo que no puedo callar.INÉS: Lo que tú supiste errar, ¿no lo sabré yo sufrir?LEONOR: Perdona el no haberte hablado, Inés, queriéndote bien.INÉS: Ya es favor de aquel desdén pesarte de haber callado.LEONOR: No me podrás dar alcance sin un romance hasta el fin. INÉS: Con achaques de latín,hablan muchos en romance.LEONOR: Las destemplanzas de amor no requieren consonancias.INÉS: Si sabes mis ignorancias, lo más claro es lo mejor.LEONOR: ¿Tengo de decir, Inés, aquello de escucha?INÉS: No, porque si te escucho yo, necio advertimiento es.LEONOR: Vive un caballero indiano enfrente de nuestra casa, en aquellas rejas verdes, cuando está en ellas, doradas. Hombre airoso, limpio y cuerdo, don Juan Hurtado se llama; dijera mejor, pues hurta, don Juan Ladrón, sin Guevara.

  • av M. Kezia
    415,-

    Elodie est une jeune fille muette qui a perdu sa voix suite à un traumatisme étant enfant. Elle partira faire un voyage de 10 jours aux États-Unis. A l'aéroport elle achètera un livre étrange nommé "Sur le chemin du bonheur", qui ne contient que des pages blanches. Sur sa route elle rencontrera Louna, une jeune métisse native des USA. Ensembles elles voyageront à travers le pays et vivrons de belles aventures. Alors entre apprentissages, voyages et traumatismes, laissez vous emportez par cette belle histoire.Attention : le livre que vous vous apprêtez à lire traite de nombreux sujets sensibles tels que la dépression, l'automutilation et le suicide. Si vous n'êtes pas bien dans votre vie actuellement, si vous êtes atteint de dépression ou si vous êtes sujet à des tendances suicidaires, merci de ne pas lire ce livre.L'auteur n'est absolument pas responsable des choix et/ou actes que vous ferez après avoir lu le livre.Si vous n'êtes pas sensibles où que vous voulez tout de même essayer malgré les avertissements, l'auteur vous souhaite une bonne lecture.Ce livre est déconseillé aux personnes de moins de 16 ans.Numéro d'aide suicide (France) : 3114

  • av Tirso de Molina
    265,-

    ESCARMIENTO Compré de los desengaños, que son mercaderes viejos, en la feria de los daños, una tienda de consejos, con dinero de mis años; que estas canas que maltrata la vejez, que los pies ata, y el temor temblando empuña, son reales que el tiempo acuña, pagando a la muerte en plata. Vuestro padre, Entendimiento, a quien tengo por señor, haciendo con él asiento en el libro del Temor, por ver que soy Escarmiento, quitando a la Confianza, vuestro regalo y crianza, como en vuestras medras vela, pupilaje os dio en mi escuela donde hay letras y hay labranza. Que aquí por más que presuma de sus libros el letrado, muestra la experiencia, en suma, que entre surcos del arado, caben surcos de la pluma. Encomendóme su hacienda vuestro padre y su encomienda aceté, con fundamento de que siempre el escarmiento pone al desatino rienda.

  • av Eugene Scribe
    265,-

    DON DEOGRACIAS y DOÑA BIBIANA.DON DEOGRACIAS.- Pero, mujer, ¿es posible que hayas perdido el juicio hasta el punto de querer hacer la señora? Tú, hija de una honrada corchetera, que en toda su vida no supo salir de los portales de Santa Cruz con su puesto de botones de hueso y abanicos de novia... Tu abuelo un pobre cordonero de la calle de las Urosas, que, gracias a tu boda conmigo, concluyó sus días en una cama de tres colchones con colcha de cotonía...DOÑA BIBIANA.- ¿Y qué tenemos con esa relación tan larga de mi padre, y de mi abuelo, y de mí?... Vaya, que es gracioso. Sí señor, quiero dejar el comercio; sabe Dios lo que la suerte me reserva todavía: verdad es que mi madre vendía botones; pero por eso mismo no los quiero vender yo... sobre todo, si yo conozco mi genio... y, vamos a ver, dime: ¿qué era la marquesa del Encantillo, que anda desempedrando esas calles de Dios en un magnífico landó? A ver si su abuelo no era un pobre valenciano, que vino vendiendo estera, y se ponía por más señas en un portal de la calle de las Recogidas, hecho un pordiosero, que era lo que había que ver. En fin, fuera cuestiones, Deogracias; te lo he dicho, no quiero más comercio. Llevo ya veinticuatro años de medir sedas, y de estirar la cotanza para escatimar un dedo de tela a los parroquianos, y de poner la cortina a la puerta para que no se vean las macas de las piezas... qué sé yo... maldito mostrador; basta, basta, no más mostrador.

  • av Mariano Jose de Larra
    265,-

    El teatro representa la trastienda de un gran almacén; en el fondo habrá una puerta que conduce al almacén; a la izquierda una puerta que da salida a la calle, y otra que figura dar a un jardín; a la derecha dos puertas, una que conduce a las habitaciones interiores, y la otra al cuarto de don Deogracias. Muebles de moda.[En escena están Don Deogracias y Doña Bibiana]DEOGRACIAS: Pero, mujer, ¿es posible que hayas perdido el juicio hasta el punto de querer hacer la señora? Tú, hija de una honrada corchetera, que en toda su vida no supo salir de los portales de Santa Cruz con su puesto de botones de hueso y abanicos de novia... Tu abuelo, un pobre cordonero de la calle de las Urosas, que, gracias a tu boda conmigo, concluyó sus días en una cama de tres colchones con colcha de cotonía...

  • av Barbara Ana Balbás Torres
    265,-

    Este libro va dedicado a todos aquellos que alguna vez le han dicho que no pueden hacer algo porque es imposible.La única forma de lograr lo imposible es convencerse de que es posible.Gracias a: Ricardo y Marta Balbás, que pese a la distancia me han ayudado enormemente. Mis tíos y primos por formar parte de mi educación y crecimiento como persona. Khrisbel Díaz, aquí conocida como Sam, no hay que abundar mucho. Nicol Nova y Linette Diaz las que entienden mi amor por los libros y me regalan felicidad a montones. Claudette Ricardo y Rossvely Duran por sus noches de terapia y consejos. Los que me acompañan desde primero de bachillerato y me han sacado de mis casillas, pero también me hacen muy feliz. El team que me ha regalado hermosos momentos de locura y felicidad. Los compañeros que no escogí y son como familia para mí. Y, por último, pero no menos importante, al contrario, la que le debo la vida, Rosa Torres, mamá eres el ser más maravilloso y especial que he conocido, gracias por amarme día a día como lo haces.

  • av Rosario de Acuña
    265,-

    A las seis poco más de una mañana del mes de los claveles y las rosas, el agudo chillar de una campana de la villa del Oso, anunciaba al curioso que, en la iglesia cercana, la misa de una boda se decía, y no anunciaba más, su voz parlera, porque más no sabía, que la lengua de bronce, bien pregone el dolor o la alegría, muda al afecto humano, obedece, no más, cuando mano del sacristán la mueve¿ ¿Es posible que existan las campanas estando en pleno siglo diez y nueve? El caso es que la boda pregonaba sin saber, ¡pobre ciencia!,

  • av William Shakespeare
    265,-

    LEONATO.¿Veo por esta carta que don Pedro de Aragón llega esta noche a Mesina. MENSAJERO.¿Debe de hallarse muy próximo, pues no estaba a tres leguas de aquí cuando le he dejado. LEONATO.¿¿Cuántos caballeros habéis perdido en esta acción? MENSAJERO.¿Sólo unos pocos de cierto rango, y ninguno de renombre. LEONATO.¿Una victoria vale por dos cuando el vencedor regresa al hogar con las filas completas. Hallo aquí que don Pedro ha colmado de honores a un florentino llamado Claudio. MENSAJERO.¿Muy merecidos por su parte y justamente otorgados por don Pedro. Ha superado las promesas de su edad, realizando bajo apariencias de cordero hazañas de león. Verdaderamente, ha superado las mejores esperanzas a un extremo que no esperéis pueda deciros cómo. LEONATO.¿Tiene aquí en Mesina un tío que se alegrará muchísimo al saberlo. MENSAJERO.¿Ya le he enviado unas cartas y ha mostrado sumo júbilo; a un grado tal que el gozo no pudo exteriorizarse con la moderación debida sin una marca de tristeza. LEONATO.¿¿Rompió a llorar, tal vez? MENSAJERO.¿Con gran abundancia. LEONATO.¿¡Un tierno desbordamiento de ternura! No hay rostros más leales que los que así se bañan en llanto. ¡Cuánto mejor es llorar de alegría que alegrarse del lloro! BEATRIZ.¿Por favor, el signior Mountanto ¿ha regresado de la guerra o no?

  • av Bram Stoker
    329,-

    Supongo que algunos de ustedes recordarán el caso ocurrido no hace mucho del acróbata que murió en un accidente durante una representación. No hace falta mencionar nombres. Nos referiremos a él como Mortimer, Henry Mortimer. Nunca se supo la causa de su muerte, pero yo sí sé cómo se produjo. He guardado silencio durante todo este tiempo, y ahora puedo hablar sin miedo a herir a nadie. Ya han fallecido todos los interesados en su muerte o en la del hombre que la planeó. Cualquiera de ustedes que conozca el caso recordará lo apuesto, bien parecido y elegante que era Mortimer. Creo que es el hombre más atractivo que he visto nunca. Además, era el tipo más ágil que haya pisado nunca un escenario. Estaba tan seguro de sí mismo que utilizaba peso extra; así, cuando caía el contrapeso, saltaba cinco o seis pies más alto de lo que nunca nadie ha podido saltar. Además, levantaba las piernas en el aire de tal forma, parecida a como hacen las ranas al nadar, que daba la sensación de que saltaba mucho más arriba. Creo que todas las chicas estaban enamoradas de él por la forma en que se comportaban cuando estaban entre bastidores y se acercaba el momento de su entrada. Eso no le habría importado mucho (las chicas siempre se enamoran de un hombre u otro), de no haber sido porque varias mujeres casadas empezaron a comportarse igual. Para mayor vergüenza, algunas de las que iban siempre detrás de él llevaban a sus propios maridos.

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