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Minnen

Här finner du memoarer och berättelser från andra människors liv, viktiga lärdomar och goda råd. Vårt urval av böcker om dessa minnen är en samling resor som vi människor tar genom livet. Det handlar om hur sådana resor påverkar oss och vad vi kan göra för att uppleva mer frihet. Böckerna är otroligt innehållsrika med helt olika kulturella bakgrunder, och de kan ge dig inblick i sällsynta resor som många måste ha tur för att få uppleva.
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  • av Tomas Moro
    265,-

    La isla de UTOPIA se extiende unos doscientos kilómetros, y por larguísimo espacio no se estrecha considerablemente, pero en sus extremos queda reducida a unos cincuenta kilómetros. Dichos extremos están como torcidos, de manera que toda la isla tiene una forma parecida a la de la luna nueva.Estas partes extremas, azotadas por el mar, distan una de otra unos once kilómetros.Entre estos brazos se forma como a manera de un lago apacible, quedando un refugio muy bien acomodado, desde el que pueden mandar sus flotas a otras regiones y países. Las gargantas que forma la entrada, que por una parte tienen bancos de arena y vados, y por otra parte escollos disimulados, ponen espanto al que pretendiera entrar como enemigo. Casi en el centro de este espacio existe una gran roca, en cuya parte superior han construido un fortín, y en el que existe un presidio.

  • av Juan Valera
    329,-

    A la moda de las exposiciones sucedió, no hace mucho tiempo, la de los centenarios: algo como mundanas y populares apoteosis, culto y adoración de los héroes. Y hallándose esta moda en todo su auge, se nos vino encima el año 1892, y con él un grandísimo empeño, en la peor ocasión que pudiera imaginarse y temerse.Van a cumplirse cuatro siglos desde que se descubrió el Nuevo Mundo, acontecimiento de tal magnitud, que no hay en la historia de nuestro linaje otro mayor en lo meramente humano; no hay acaso otro mayor, salvo la teofanía del Sinaí y el suplicio redentor del Gólgota.¿Cómo no ha de celebrar España este cuarto centenario que celebrarán a porfía las nuevas naciones de América, y sin duda Italia, patria del atrevido e inspirado piloto que se abrió camino por el Atlántico para que el vaticinio de Séneca se cumpliese, se agrandase el concepto de las cosas creadas y se llegase al fin, no por conjeturas y especulaciones, sino por experiencia, a conocer la extensión, la forma y la repartición exacta en continentes, islas y mares, del planeta en que vivimos?

  • av Manuel Breton de Los Herreros
    265,-

    VELLIDO. RAMIRA. VELLIDO Locura es mi pasión, yo lo confieso, pero es mi bien, mi vida esta locura. Hidalgo pobre, campeón oscuro, no puedo yo esperar la gloria suma que a príncipes tan sólo y ricos-hombres es dado ambicionar; mas por ventura ¿se aprende entre las ásperas montañas do tosca y libre se meció mi cuna, se aprende entre el furor de los combates a vencer un amor que al alma adula, y a no llevar el hombre sus deseos más allá que su nombre y su fortuna? ¡Adorar a una infanta de Castilla, a quien Zamora llama Reina suya!... ¿Por qué no, si esa infanta, si esa reina prodigio es de valor y de hermosura, y ojos para mirarla diome el cielo y altivo corazón donde se esculpa su grata imagen con buril ardiente que al hielo desafíe de la tumba? ¿Por qué... cómo no amarla si en su rostro al celeste esplendor que me deslumbra hoy adverso destino los encantos de lágrimas dolientes acumula? Blanco infelice de opresión tirana, de alevosa ambición víctima injusta, llora enemigo atroz al propio hermano que acarició no ha mucho su ternura. Los vínculos sagrados de la sangre rompe don Sancho con horrenda furia, y en vez de protegerla con su escudo contra débil mujer la lanza empuña. No bastan a su bárbara codicia Castilla y Portugal, León y Asturias: no basta despojar a sus hermanos de la herencia paterna y que sucumban, Alfonso mendigando el pan de un moro, preso García y olvidado en Luna; que también a dos míseras princesas, sangre suya las dos y prole augusta del gran Fernando cuyo nombre infama, la escasa dote sin rubor usurpa. Hermosa, y noble, y perseguida, y sola, el que no la idolatra, ese la injuria. En vano ya los ojos y los labios se niegan a mostrar la llama oculta. No más callar. Martirio es el silencio. Hoy, Ramira, mi fallo se pronuncia. Hoy sabrá que la adoro, aunque a sus plantas el rayo de su enojo me confunda.

  • av Jules Verne
    335

    El domingo 24 de mayo de 1863, mi tío, el profesor Lidenbrock, regresó precipitadamente a su casa, situada en el número 19 de la König-strasse, una de las calles más antiguas del barrio viejo de Hamburgo. Marta, su excelente criada, se azaró de un modo extraordinario, creyendo que se había retrasado, pues apenas si empezaba a cocer la comida en el hornillo. «Bueno» pensé para mí, «si mi tío viene con hambre, se va a armar la de San Quintín porque dificulto que haya un hombre de menos paciencia». ¿¡Tan temprano y ya está aquí el señor Lidenbrock! ¿exclamó la pobre Marta, llena de estupefacción, entreabriendo la puerta del comedor. ¿Sí, Marta; pero tú no tienes la culpa de que la comida no esté lista todavía, porque aún no son las dos. Acaba de dar la media en San Miguel. ¿¿Y por qué ha venido tan pronto el señor Lidenbrock? ¿Él nos lo explicará, probablemente. ¿¡Ahí viene! Yo me escapo. Señor Axel, hágale entrar en razón. Y la excelente Marta se marchó presurosa a su laboratorio culinario, quedándome yo solo.

  • av Walter V. Frank
    325,-

    Wundervolle 2800 km zu FußDer Jakobsweg begeistert jedes Jahre Hunderttausende, nimmt sie in seinen Bann wie uns zwei Pilger.Wir sind von unserer Haustüre in Süddeutschland losgelaufen ohne großen Plan und nur das Nötigste im Rucksack. Am ersten Tag starteten wir um 7 Uhr und sollten an diesem Tag nach über 40 km in Braunsbach die erste Tagesetappe beenden. Unterwegs bei einer Rast kam ein Mofafahrer vorbei, hielt kurz an, schüttelte den Kopf und fuhr weiter. Als wir unsere Wanderung fortsetzten bemerkten wir den Grund, denn neben unserer Bank lagen drei leere Flaschen Rotwein.Und so erlebten wir über die 10 Etappen immer wieder skurrile Begebenheiten, lernten viele nette Menschen aus der ganzen Welt kennen, kamen durch unterschiedlichste Regionen, oft auch mit kulinarischen Köstlichkeiten, was für den Pilger auch eine Belohnung nach einer anstrengenden Etappe ist.

  • av H. G. Wells
    265,-

    El excelente Mr. Morris era un inglés que vivió en la época de la buena reina Victoria. Era, un hombre próspero y muy sensato; leía el Times e iba a la iglesia. Al llegar a la edad madura, se fijó en su rostro una expresión de desdén tranquilo y satisfecho por todo lo que no era como él. Era Mr. Morris una de esas personas que hacen con una inevitable regularidad todo lo que está bien, lo que es formal y racional. Llevaba siempre vestidos correctos y decentes, justo medio entre, lo elegante y lo mezquino. Contribuía regularmente a las obras caritativas de buen tono, transacción juiciosa entre la ostentación y la tacañería, y nunca dejaba de hacerse cortar los cabellos de un largo que denotara una exacta decencia. Todo cuanto era correcto y decente que poseyera un hombre de su posición, lo poseía él, y lodo lo que no era ni correcto ni decente para un hombre de su posición, no lo poseía.Entre esas posesiones correctas y decentes, el tal Mr.

  • av Joaquin Dicenta
    265,-

    De las casas arraigadas sobre las dos aceras, no hablemos; si independientes en su desnivel eran éstas, éranlo más aquéllas en sus arquitecturas. Habíalas altas, de cinco pisos, hombreándose junto a casuchos en que sólo una ventana y una puerta daban testimonios de ventilación. Unas ostentaban en sus remates aleros, adornados con canalones prontos a convertirse en duchas de sorpresa, para el transeúnte, a poco que diesen las nubes en llover; otras ufanábanse con balcones de hierros negros y torcidos, que hacían pensar en los últimos Austrias; cuales con balconcetes minúsculos, que revivían a los penúltimos Borbones; algunas se acortinaban con enredaderas o se volvían jardín a puro rellenarse de tiestos; no escasas afeitaban su vejez con revoques o enlucían sus huecos con todo linaje de multicolores harapos. Por la mayor parte salía un rumor continuo, formado con todos los gritos que puede lanzar un ejército de mujeres, y todos los juramentos que puede proferir una legión de hombres, y todos los llantos que puede promover una colmena de chiquillos. Y es que las tales casas pertenecían a las llamadas de vecindad, a las que en buena ley debieran llamarse antesalas del infierno, purgatorios donde la suciedad tiene su palacio, el hombre su banderín de enganche y la desdicha humana su natural habitación. En una de estas casas, que dentro de poco serán un recuerdo arqueológico para los vecinos de Madrid, vivía mi persona, que, dentro de poco también, será, si consigue serlo, un recuerdo para los jóvenes que ahora la saludan.

  • av Honore de Balzac
    265,-

    A las once y media de la noche, y en uno de los palacios más hermosos de la calle Neuve-des-Mathurins, estaban sentadas dos mujeres delante de la chimenea de un boudoir tapizado con ese terciopelo azul de suaves reflejos tornasolados, que la industria francesa no ha sabido fabricar hasta estos últimos años. Un artista ha cubierto sus puertas y ventanas con mullidas cortinas de cachemira de un azul semejante al del tapizado. Una lámpara de plata, adornada con turquesas y suspendida por tres cadenas de un hermoso labrado, cuelga de un lindo rosetón colocado en el centro del techo. El estilo decorativo se extiende a los más pequeños detalles e incluso a ese mismo techo cubierto de seda azul con aplicaciones de cachemira blanca, cuyas largas bandas plisadas caen con simetría sobre el tapizado, al que están sujetas por lazos de perlas. Los pies encuentran el cálido tejido de una alfombra belga, gruesa como un césped y con un fondo gris de lino sembrado de ramilletes azules. El mobiliario, tallado en madera maciza de palisandro, según los modelos más bellos de la época antigua, realza con sus tonos ricos la insipidez del conjunto, un tanto desvanecido, como diría un pintor. El respaldo de las sillas y de las butacas ofrece a la vista lindos estampados de una rica tela de seda blanca, recamada de flores azules y con un amplio marco de follaje delicadamente recortado en la madera.

  • av Virginia Woolf
    265,-

    Pero, me diréis, le hemos pedido que nos hable de las mujeres y la novela. ¿Qué tiene esto que ver con una habitación propia? Intentaré explicarme. Cuando me pedisteis que hablara de las mujeres y la novela, me senté a orillas de un río y me puse a pensar qué significarían esas palabras. Quizás implicaban sencillamente unas cuantas observaciones sobre Fanny Burney; algunas más sobre Jane Austen; un tributo a las Brontë y un esbozo de la rectoría de Haworth bajo la nieve; algunas agudezas, de ser posible, sobre Miss Mitford; una alusión respetuosa a George Eliot; una referencia a Mrs. Gaskell y esto habría bastado. Pero, pensándolo mejor, estas palabras no me parecieron tan sencillas. El título las mujeres y la novela quizá significaba, y quizás era éste el sentido que le dabais, las mujeres y su modo de ser; o las mujeres y las novelas que escriben; o las mujeres y las fantasías que se han escrito sobre ellas; o quizás estos tres sentidos estaban inextricablemente unidos y así es como queríais que yo enfocara el tema. Pero cuando me puse a enfocarlo de este modo, que me pareció el más interesante, pronto me di cuenta de que esto presentaba un grave inconveniente. Nunca podría llegar a una conclusión. Nunca podría cumplir con lo que, tengo entendido, es el deber primordial de un conferenciante: entregaros tras un discurso de una hora una pepita de verdad pura para que la guardarais entre las hojas de vuestros cuadernos de apuntes y la conservarais para siempre en la repisa de la chimenea.

  • av E. M. Forster
    335

    ¿La Signora no tiene derecho a hacer esto ¿dijo la señorita Bartlett¿, ningún derecho. Nos prometió habitaciones al sur con una panorámica conjunta; en su lugar, aquí tenemos habitaciones al lado norte y dan a un patio y bien alejadas. ¡Oh, Lucy! ¿¡Y además es una cockney! ¿dijo Lucy, que se había entristecido por el inesperado acento de la Signorä. Se diría que estamos en Londres. Miró las dos hileras de ingleses sentados junto a la mesa; la hilera de botellas blancas de agua y rojas de vino que corrían entre sus manos; los retratos de la última reina y del último poeta laureado que colgaban detrás de los británicos, pesadamente vestidos; el cartel de la Iglesia anglicana (reverendo Cuthbert Eager, M. A. Oxon), que constituían la única decoración de la pared. ¿Charlotte, ¿no sientes también tú que bien podríamos encontrarnos en Londres? A duras penas puedo creer que todo este tipo de cosas distintas estén precisamente fuera. Supongo que se debe a que una se siente tan cansada.

  • av Pedro Pérez Fernández
    329,-

    WAMBA: Como que hase trampas. PÉREZ: ¡Señor maestro! (A Cabrera.) ¡Doctor! ¿Oye usté?¿ ¿Yo trampas? WAMBA: ¡Trampas! Usté juega encomendándose al Todopoderosö, y lo del cuento: ¡aquí milagritos, no, que nos jugamos el dinero! ¿Quién va? CABRERA: Por la mano. (Juegan.) FARFÁN: (Volviéndose de espaldas a la partida.) Don Ramonsito, y usté, ¿cómo no juega alguna ves al tresillo? RAMONCITO: ¡Ay, eso es cosa de caballeros, amigo Farfán! Pero yo, ¡pobre de mí! ¿Quién soy yo para alternar con ustedes? Un don nadie. Menos: sin don. ¡Un nadie a secas!FARFÁN: No se haga usté el chiquito, hombre. RAMONCITO: No, si yo no me hago el chiquitö ¡Si lo estoy hecho desde que nací! Y yo, muy contento con mi insignificancia, no vaya usté a creer. PÉREZ: Bien, don Ramoncito, bien por esa santa conformidad. ¡El basto! WAMBA: (Tirando una carta.) ¡Porras!

  • av Thomas Hardy
    335

    King¿s-Hintock Court (dijo el orador, consultando sus notas) es, como todos sabemos, una de las mansiones más imponentes de las que dominan nuestro hermoso Blackmoor o Blakemore Vale. En la ocasión particular que me dispongo a referir se alzaba este edificio, como siempre, en el silencio perfecto de una noche serena y clara, iluminada únicamente por el frío fulgor de las estrellas. Sucedió un invierno de hace mucho tiempo, cuando el siglo XVIII apenas había pasado de su primer tercio. Norte, sur y oeste, todas las ventanas cerradas, todas las cortinas corridas; sólo una ventana del flanco este de la planta superior estaba abierta y una muchacha de unos doce o trece años se encontraba inclinada sobre el alféizar. Bastaba verla para comprender que no se había asomado a contemplar el paisaje, pues se cubría los ojos con las manos. Se hallaba la muchacha en la última de una serie de habitaciones, a las que sólo se accedía a través de un amplio dormitorio anexo. Llegaban de esta estancia las voces de una disputa, mientras el resto de la mansión se sumía en el silencio. Para no oír aquellas voces la muchacha había salido de la cama, se había cubierto con un manto y asomado a respirar el aire de la noche.

  • av Jules Verne
    329,-

    Aquel hombre estaba solo en la oscuridad de la noche. Caminaba con paso de lobo entre los bloques de hielo almacenados por los fríos de un largo invierno. Su pantalón fuerte, su khalot, especie de caftán rugoso de piel de vaca, su gorra con las orejeras bajas, apenas le defendían del viento. Dolorosas grietas resquebrajaban sus labios y sus manos. Los sabañones mortificaban sus dedos. Andaba a través de la oscuridad profunda, bajo un cielo cubierto de nubes bajas que amenazaban con copiosa nevada, a pesar de que la época en que comienza este relato era los primeros días de abril, si bien a la elevada latitud de 58 grados. Se obstinaba en seguir andando. Después de una parada, tal vez se viera imposibilitado de continuar su marcha.

  • av Louisa May Alcott
    265,-

    Esta amable carta, de una antigua empleadora, me fue entregada estando yo agotada y desanimada, tras una búsqueda infructuosa de un puesto como el que hora me ofrecían. Estaba tan interesada que me apresuré a salir de nuevo, con la esperanza de que nadie se me anticipara con los Carruth. Hecha de un imponente bloque de granito, la casa se levantaba en una tranquila plaza del West End que tenía su propio pequeño parque, donde había una fuentecita y donde los niños paseaban bajo sus capuchas blancas. Elegantes carruajes entraban y salían, las damas subían y bajaban con ligereza por los amplios escalones arrastrando sus vestidos de seda, y los caballeros, con sus trajes de montar intachables, pasaban a medio galope sobre sus hermosos caballos. Incluso las mujeres y los hombres de servicio tenían aspecto de que La buena vida bajo las escaleras hubiese sido representada en este siglo, al igual que en el pasado, y todo participaba del aire de lujo que impregnaba el ambiente, tan agradable como el sol en otoño. «Los Carruth deben de ser una familia feliz», pensé al acordarme de mi propia pobreza y soledad, mientras esperaba de pie a que contestaran a mi tímida llamada al timbre.

  • av Georges Ohnet
    329,-

    Las campanas sonaban alegres en una atmósfera tibia y ligera; las golondrinas pasaban rápidas, en bandadas, arrojando sus agudos chillidos; el sol de junio derramaba sus rayos dorados á través de las ramas, y á lo largo del paseo de tilos que conduce desde la plaza de la iglesia hasta la quinta de la señorita Guichard, la boda caminaba lentamente sobre el césped.En el momento en que la comitiva, con los novios á la cabeza, desembocaba ante la verja completamente abierta, todos los curiosos de la aldea, agrupados cerca del pabellón del jardinero, prorrumpieron en tan descompasados gritos, y los petardos, prendidos por el cochero, estallaron con tal estrépito, que todos los pájaros que anidaban en el ramaje volaron espantados. El novio sacó del bolsillo todo el dinero que había preparado para las circunstancias y arrojó en círculo una lluvia de monedas de cincuenta céntimos sobre aquella horda de desgreñados, que se arrojó por el polvo con tal furor, que en un momento no se vió más que una mezcla confusa de calzones, brazos y piernas enredados.Después se deshizo el montón y con algunos pedazos de vestido de menos y algunos bultos en los ojos de más, todos los alborotadores se marcharon corriendo hacia la tienda de comestibles. La boda penetró en el jardín, siguió solemnemente la orilla de la pradera, subió la escalinata y entró en el salón completamente adornado con ramos blancos. Las señoras rodearon á la novia, oculta bajo un largo velo y la felicitaron con ardor. La señorita Guichard, apoyada en la chimenea, con el empaque de una reina, recibía los cumplimientos de la parte masculina de la reunión.

  • av Alexandre Dumas
    329,-

    Seguro estoy de qué os sorprenderá grandemente, cuando hayáis leído estas líneas, encontrar a su final la firma de un hombre que, según sabéis, si bien escribe muchos libros, es el menos aficionado a escribir cartas que puede encontrarse en todo el mundo. Vuestra extrañeza cesará, sin embargo, y veréis explicado este fenómeno cuando fijéis la vista en el volumen que acompaña a la carta y que se titula: Un año en las orillas del Sacramento y del San Joaquín. Pero, ¿me diréis indudablemente, ¿ ¿cómo puede ser que vos, a quien he visto hace ocho días en París, hayáis podido en tan corto espacio de tiempo realizar un viaje a California, permanecer un año en aquellas lejanas comarcas y regresar a Europa?Tened la bondad de leer, mi querido amigo, y todo lo veréis explicado.

  • av Ralf Grabuschnig
    385,-

    In meiner Familie gibt es ein Geheimnis. Niemand hat darüber gesprochen, als ich im Kärnten der Neunzigerjahre aufgewachsen bin, und doch war es immer irgendwie präsent. Dieses Geheimnis ist die slowenische Sprache, die im Dorf meiner Großeltern bis vor wenigen Generationen noch alle gesprochen haben und von der heute kaum mehr jemand etwas wissen mag. Denn hinter diesem Geheimnis verbirgt sich eine schmerzhafte Geschichte der Verfolgung, Vertreibung und der sturen, unnachgiebigen Assimilation.Ich hatte irgendwann genug davon.Mein gemütliches Dasein in der angeblichen Mehrheitsbevölkerung, die einfachen Kategorien der Zugehörigkeit. Zum Teufel damit! Ich spürte, es war für mich an der Zeit, zu lernen, wie divers meine Heimat tatsächlich ist. Und nicht nur die, sondern unser gesamter Kontinent - sobald man nur hie und da leicht an der Tapete zieht. Nicht zuletzt war es für mich aber an der Zeit, meinen eigenen Platz in all dem zu finden.So reiste ich ein Jahr lang in die Grenzregionen Europas, sprach mit Menschen aus verschiedenen ethnischen Minderheiten und versuchte zu verstehen, was diese Länder an den Grenzen, diese Länder im Schwitzkasten der Nationen, so besonders macht. Dabei stieß ich auf die faszinierenden Geschichten dieses Kontinents, die an seinen Grenzen noch immer weiter geschrieben werden.Meine Reisen brachten mich in:- Die sorbische Lausitz- Das mythische Siebenbürgen in Rumänien- Die Jenische Welt Mitteleuropas in Österreich, der Schweiz und Deutschland- Das Burgenland- und schließlich nach Hause nach KärntenÜberall sprach ich mich Menschen aus nationalen Minderheiten über ihren Alltag und die Probleme des Erhalts ihrer Kultur: Mit Sorben und Sorbinnen, Siebenbürger Sachsen und Sächsinnen, mit Jenischen, Burgendlandkroaten und Kroatinnen und mit Kärnten Slowenen und Sloweninnen.Bist du bereit, mit mir an der Tapete der nationalstaatlichen Tapete zu ziehen? Dann lies gleich rein in dieses Reisebuch an die Grenzen Europas.

  • av Emilia Pardo Bazan
    265,-

    Para contrastes, el de la comunidad de Recoletas de Marineda con su hermanuco, donado o sacristán, que no sé a punto cierto cuál de estos nombres le cae mejor.Son las Recoletas de Marineda ejemplo de austeridad monástica; gastan camisa de estameña; comen de vigilia todo el año; se acuestan en el suelo, sobre las losas húmedas, con una piedra por almohada; se disciplinan cruelmente; se levantan a las tres de la mañana para orar en el coro; hablan al través de doble reja y un velo tupido; para consultar con el médico no descubren la cara, y son tan pobres, que los republicanos carniceros o polleros del mercado y las lengüilargas verduleras, al ver pasar al hermanuco con la cesta, deslizan en ella el pedazo de vaca, el par de huevos, la patata, el cuarto de gallina, el torrezno, diciendo expresivamente: "Que sea para las madres, ¿eh?; para las enfermas." Porque saben que siempre hay en la enfermería dos o tres recoletas, lo menos, y que si no lo reciben de limosna, no tendrían caldo, pues ni la regla ni la necesidad les permiten salir de bacalao y sardina.No quedaban tranquilas, sin embargo, las caritativas verduleras, y lo probaba lo recalcado de la frase: "Que sea para las madres, ¿eh?" Porque así como se figuraban a las recoletas escuálidas, magras, amarillas y puntiagudas, así veían de rechoncho, barrigón, coloradote y enjundioso al donado.Constábales, además -y a alguna por experiencia-, que el ejemplo de las madres surtía en el donado efectos contraproducentes, y que tanto cuanto eran las madres de castísimas, humildes, ayunadoras y sufridoras, era el donado... de todos los vicios opuestos a estas virtudes. No obstante, su humor jovial y bufonesco, sus cuentos verdes, sus equívocos, sus dicharachos, sus sátiras, le habían granjeado cierta popularidad en puestos y tenduchos.

  • av Jerome K. Jerome
    335

    Tres hombres delicados. ¿El estado de salud de Jorge y Harris. ¿Una víctima de ciento siete graves enfermedades. ¿Excelentes prescripciones facultativas. ¿Cura para las afecciones del hígado en los niños. ¿Llegamos al convencimiento de que sufrimos un exceso de trabajo y necesitamos descanso. ¿Ocho días sobre las procelosas aguas del mar(?). ¿Jorge sugiere el río. ¿ Montmorency presenta una objeción. ¿La moción original aprobada por mayoría de tres contra uno.Nosotros cuatro, Jorge, Guillermo, Samuel Harris, yo y Montmorency, estábamos sentados en mi cuarto fumando y charlado sobre nuestra triste situación ¿ claro está que eso se refería a nuestro estado de salud.¿ Nos sentíamos tan aplanados, tan deprimidos física y moralmente, que ya comenzábamos a preocuparnos. Harris dijo que a menudo le daban unos vahídos tan fuertes que no se daba cuenta de lo que hacía; Jorge añadió que también sufría de fuertes vértigos y tampoco se daba cuenta de sus acciones. En cuanto a mí, sólo se trataba del hígado, que no funcionaba bien; sí, estaba seguro que era cuestión del hígado, pues acababa de leer un prospecto de unas pastillas en el cual se detallaban los diversos síntomas de este trastorno, con lo que se permitía a cualquiera darse cuenta de las anomalías de su hígado, y yo ¿ ¡pobre de mí!¿ experimentaba todos esos síntomas.

  • av Edgar Rice Burroughs
    265,-

    Esta es la historia de Bradley después de que saliera del Fuerte Dinosaurio en la costa oeste del gran lago que está en el centro de la isla. El cuarto día de septiembre de 1916, partió con cuatro compañeros, Sinclair, Brady, James y Tippet, para buscar en la base de la barrera de acantilados un punto por el que éstos pudieran ser escalados. A través del denso aire caspakiano, bajo el hinchado sol, los cinco hombres marcharon en dirección noreste desde Fuerte Dinosaurio, ora hundidos hasta la cintura en la exuberante hierba de la jungla, poblada por miríadas de hermosas flores, ora cruzando prados descubiertos y llanuras parecidas a parques antes de zambullirse de nuevo en los tupidos bosques de eucaliptos y acacias y gigantescos helechos con copas rebosantes que se agitaban suavemente a treinta metros sobre sus cabezas. A su alrededor, entre los árboles y en el aire, se movían y agitaban las incontables formas de vida de Caspak. Siempre los amenazaba alguna criatura temible y rara vez sus rifles tenían descanso, pero en el breve lapso de tiempo que habían vivido en Caprona se habían vuelto insensibles al peligro, de modo que caminaban riendo y charlando como soldados un día de marcha en verano.

  • av Roberto Arlt
    265,-

    Yo veo que de acuerdo a estos lectores son más las leyes que se infringen que las que se cumplen, lo cual le hace pensar a uno que las leyes han sido establecidas precisamente para eso, para que no se cumplan; lo cual viene a demostrar que éste es un país que cumple fielmente ese precepto de su Constitución, donde se asegura que es tierra de libertad par todos los hombres de buena voluntad. Y yo creo que de esta buena voluntad se necesita mucha y muy robusta para recordar tantas leyes y para infringirlas a todas, y a las que no se infringen, quebrantarlas, y a las que no se quebrantan, violarlas, y a las que no se violan, se fuerzan, y a las que no se fuerzan ni se violan, se tuercen como medias de pobres, se adaptan como trajes de serie, quedando las pobres tan maltrechas, tan sin jugo, tan sin ley, que ya no son leyes, sino entuertos, y tienen tanto de derecho como la giba de un dromedario.

  • av Agustín Moreto
    335

    DOÑA LEONOR e INÉS, con mantos; DON, JUAN y MILLÁN, de soldados; aquel con hábito de Santiago.DON JUAN. Espera, Leonor, detente; que ni yo entiendo tu queja, ni sé qué dices. DOÑA LEONOR. Don Juan, no es menester que la entiendas. Vamos, Inés.INÉS. Ya te sigo. DON JUAN. ¿De suerte Leonor, que niegas a mi noticia el delito para honestar la sentencia? ¡Qué poco debe de ser, y qué mucha la cautela o el alivio que en dejarme siente ya la intercadencia del amor que me has tenido, pues de parte de mi ofensa, para dar vida a mi culpa, como interesada en ella, temiendo que te la hielo el aire de mi respuesta, el calor de la silencio tiene abrigada la queja! Pues vete, Leonor, ¿qué aguardas? Vete ya, y mi pecho sienta haber llegado contigo mi amor a tanta tibieza, que por dejarle te vales de fingidas apariencias. ¿Fingidas dije? Es error; que si a este fin las intentas, creeré que tengo la culpa de querer tú que la tenga.

  • av Edgar Rice Burroughs
    265,-

    Debían ser poco más de las tres de la tarde cuando sucedió: la tarde del 3 de junio de 1916. Parece increíble que todo por lo que he pasado, todas esas experiencias extrañas y aterradoras, tuvieran lugar en un espacio de tiempo tan breve; tres meses. Más parece que he experimentado un ciclo cósmico, tantos cambios y evoluciones en las cosas que he visto con mis propios ojos durante este breve intervalo de tiempo, cosas que ningún otro ojo mortal había visto antes, atisbos de un mundo pasado, un mundo muerto, un mundo desaparecido hace tanto tiempo que ni siquiera quedan restos en los más bajos estratos cámbricos. Oculto en la derretida corteza interna, ha pasado siempre inadvertido para el hombre más allá de aquel perdido trozo de tierra donde el destino me ha traído y donde se ha sellado mi condena.Estoy aquí y aquí debo permanecer.

  • av Rosario de Acuña
    335

    VICENTE. Cuantos detalles pides, esta noche en casa de Lorenzo te daremos, y si no quieres ir... AG. 1.º (Interrumpiendo.) Lo cual sentimos... VICENTE. Cuando se empiecen á contar los hechos de la gran Germania valenciana, sabrás nuestra intención, nuestros proyectos.AG. 2.º ¿Te decides o no? SOROLLA. Y bien, supongo que por fin consintiera en vuestro empeño, pobre artesano soy, sin más riquezas que las escasas que al trabajo debo, ni la fama se ocupa de mi vida ni más blasones que mi nombre tengo. ¿Dónde está mi valer, ni qué servicio a esa noble hermandad prestarle puedo!VICENTE. ¡Vive Dios! no. Guillen, tú puedes mucho, tu vasta ilustración, tu gran talento...AG. 2.° Al brillo que despiden tus virtudes, al fulgor de tus nobles pensamientos podrán mirarse las grandezas todas que ocultas guarda el generoso pueblo.

  • av Victor Hugo
    265,-

    ¡Condenado a muerte!Hace cinco semanas que vivo con este pensamiento, siempre a solas con él, paralizado siempre por su presencia, encorvado siempre bajo su peso. En otra época, pues me parece que han pasado años más que semanas, yo era un hombre como cualquier otro hombre. Cada día, cada hora, cada minuto tenía su propio sentido. Mi mente, joven y rica, estaba llena de fantasías. Se entretenía presentándomelas unas tras otras, sin orden ni objetivo, bordando con arabescos inextinguibles el tejido tosco y ligero de la vida. Muchachas, espléndidas capas de obispo, batallas ganadas, teatros llenos de ruido y de luz, y luego muchachas de nuevo y caminatas oscuras en la noche bajo los largos brazos de los castaños. Mi imaginación siempre estaba de fiesta. Yo podía pensar en lo que quisiera, yo era libre. Ahora estoy preso. Mi cuerpo está encadenado dentro de un calabozo, mi mente está en prisión dentro de una idea. ¡Una idea horrible, sangrienta, implacable! No tengo más que un pensamiento, una convicción, una certidumbre: ¡condenado a muerte!

  • av Edgar Rice Burroughs
    265,-

    Esperábamos al señor Tyler sénior de un momento a otro. El último vapor de Honolulú había traído la información de la fecha de llegada prevista para su yate, el Toreador, que ahora traía veinticuatro horas de retraso. El secretario del señor Tyler, que se había quedado en casa, me aseguró de que no había ninguna duda de que el Toreador había zarpado según lo prometido, ya que conocía a su jefe lo bastante bien para estar seguro de que tan sólo un acto de Dios sería capaz de impedirle que hiciera lo que había planeado hacer. Yo también era consciente de que el telégrafo del Toreador estaba sellado, y que sólo se utilizaría en caso de extrema necesidad. Por tanto, no había otra cosa que hacer sino esperar, y esperamos. Discutimos sobre el manuscrito y aventuramos algunas suposiciones referidas a él y a los extraños acontecimientos que relataba. El hundimiento por un torpedo del barco en el que Bowen J. Tyler Jr. viajaba a Francia para unirse al cuerpo de ambulancias norteamericano era bien sabido, y por medio de un cable a las oficinas en Nueva York de los propietarios yo había podido establecer que una señorita La Rué se encontraba en efecto entre el pasaje. Aún más, ni ella ni Bowen aparecían mencionados en la lista de supervivientes: tampoco se habían recuperado sus cadáveres.

  • av Benito Perez Galdos
    335

    Las primeras claridades de un amanecer lento y pitañoso, como de Enero, colándose por claraboyas y tragaluces en el interior del que fue palacio de Gravelinas, iba despertando todas las cosas del sueño de la obscuridad, sacándolas, como quien dice, de la nada negra a la vida pictórica... En la armería, la luz matinal puso el primer toque de color en el plumaje de yelmos y morriones; modeló después con trazo firme los petos y espaldares, los brazales y coseletes, hasta encajar por entero las gallardísimas figuras, en quien no es difícil ver catadura de seres vivos, porque la costra de bruñido hierro, cuerpo es de persona monstruosa y terrorífica, y dentro de aquel vacío, ¡quién sabe si se esconde un alma!... Todo podría ser. Los de a caballo, embrazando la adarga, en actitud de torneo más que de guerra, tomaríanse por inmensos juguetes, que fueron solaz de la Historia cuando era niña... En alguno de los guerreros de a pie, cuando ya la luz del día determinaba por entero sus formas, podía observarse que los maniquíes vestidos del pesado traje de acero, se aburrían soberanamente, hartos ya de la inmovilidad que desencajaba sus músculos de cartón, y del plumero que les limpiaba la cara un sábado y otro, en miles de semanas. Las manos podridas, con algún dedo de menos, y los demás tiesos, no habrían podido sostener la lanza o el mandoble, si no se los ataran con un tosco bramante. En lo alto de aquel lindo museo, las banderas blancas con la cruz de San Andrés colgaban mustias, polvorosas, deshilachadas, recordando los tiempos felices en que ondeaban al aire, en las bizarras galeras del Tirreno y del Adriático.

  • av William Shakespeare
    265,-

    EL REY.- Que la fama, perseguida por todos después de su existencia, viva registrada en nuestras tumbas de bronce, y nos preste luego su gracia en la desgracia de la muerte; cuando, a despecho de este voraz devorador, el tiempo, adquiramos por el esfuerzo del soplo presente aquel honor que logre enervar el acerado filo de su guadaña, y nos convierta en herederos de la eternidad. Por consiguiente, bravos conquista- dores -pues sólo lo sois vosotros, que guerreáis contra vuestros propios sentimientos y el ejército enorme de anhelos del mundo-, observemos en toda la rudeza de sus cláusulas nuestro último edicto. Navarra será el asombro del universo. Nuestra corte, una pequeña academia, apacible y contemplativa, consagrada al arte. Vosotros tres, Berowne, Dumaine y Longaville, habéis jurado vivir conmigo por término de tres años, como camaradas de estudios, y guardar los estatutos contenidos en este documento. Formulasteis ya vuestros votos, y ahora sólo resta suscribirlos con vuestros nombres. ¡Que su propia mano prive de su honra al que viole el más pequeño artículo de los aquí trazados! Si tenéis el valor de cumplir vuestras promesas, como habéis tenido el de empeñar seriamente vuestras palabras, firmad y permaneced fieles.

  • av Ricardo Palma
    265,-

    Tan dado era Don Simón Bolívar a singularizarse, que hasta su interjección de cuartel era distinta de la que empleaban los demás militares de su época. Donde un español o un americano habrían dicho: ¡Vaya usted al carajo!, Bolivar decía: ¡Vaya usted a la pinga!Histórico es que cuando en la batalla de Junín, ganada al principio por la caballería realista que puso en fuga a la colombiana, se cambió la tortilla, gracias a la oportuna carga de un regimiento peruano, varios jinetes pasaron cerca del General y, acaso por halagar su colombianismo, gritaron: ¡Vivan los lanceros de Colombia! Bolivar, que había presenciado las peripecias todas del combate, contestó, dominado por justiciero impulso: ¡La pinga! ¡Vivan los lanceros del Perú!Desde entonces fue popular interjección esta frase: ¡La pinga del Libertador!

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